Sorpresa, sorpresa
Hay una cosa llamada Pasinerval que se toma para dormir mejor. A mí no me sirve.
No he dormido casi nada y tengo un dolor latente en la cabeza que, sin embargo, no ha podido matar a mi buen ánimo.
Pero el aburrimiento podría estarlo matando. Cerré ayer. Jueves. Por segunda vez. Ajá. Mi vida ha cambiado, ahora tengo los viernes para inventarme tareas. He ordenado mis cajones, he encontrado los libros perdidos que debo devolver menos uno, he bajado a comer temprano. Y ya no se me ocurre qué más hacer.
Boss: Es jueves. Y ya está todo. Tengo miedo.
Dael: Yo también. Puede ser la calma antes de la tormenta.
Boss: LOL.
En la metrovía, hoy, mientras cantaba el tema setentero de Mazinger Z llevada por un exceso de cafeína, vi a un chico que era toda la estampa del emo. Muy delgado, camiseta negra, bolso mensajero, converse negros. Y el cortecito de cabello a juego, tapándole la cara.
Estaba a punto de mensajearle a Claudieko, cuando la cosa de repente subió de nivel.
El chico se cambió de puesto y quedó de espaldas a mí. Y pude ver el reverso de su camiseta.
Con el signo de prohibido atravesando la frase.
Me faltaron manos para buscar el teléfono, pero justo cuando me tocaba bajar, alcancé a activar la cámara. Todos los pasajeros guardarán para siempre en su memoria a la loca que le toma fotos a pobres adolescentes incomprendidos. Capturé, notando que no le he quitado el sonido de cámara a mi celular, y corrí hacia la salida, intuyendo que el emo renegado empezaba a darse la vuelta, sorprendido.
Espero no volver a verlo en mi vida. Eso significa salir más temprano para llegar al trabajo. O enfrentar una demanda por acoso. Por utilización no autorizada de imagen no, pues aún tengo que sacarla del celular en cuestión, pero no se preocupen.
Todo a su tiempo.