mayo 23, 2008

Sorpresa, sorpresa

Hay una cosa llamada Pasinerval que se toma para dormir mejor. A mí no me sirve.

No he dormido casi nada y tengo un dolor latente en la cabeza que, sin embargo, no ha podido matar a mi buen ánimo.

Pero el aburrimiento podría estarlo matando. Cerré ayer. Jueves. Por segunda vez. Ajá. Mi vida ha cambiado, ahora tengo los viernes para inventarme tareas. He ordenado mis cajones, he encontrado los libros perdidos que debo devolver menos uno, he bajado a comer temprano. Y ya no se me ocurre qué más hacer.

Boss: Es jueves. Y ya está todo. Tengo miedo.

Dael: Yo también. Puede ser la calma antes de la tormenta.

Boss: LOL.

En la metrovía, hoy, mientras cantaba el tema setentero de Mazinger Z llevada por un exceso de cafeína, vi a un chico que era toda la estampa del emo. Muy delgado, camiseta negra, bolso mensajero, converse negros. Y el cortecito de cabello a juego, tapándole la cara.

Estaba a punto de mensajearle a Claudieko, cuando la cosa de repente subió de nivel.

El chico se cambió de puesto y quedó de espaldas a mí. Y pude ver el reverso de su camiseta.

No more fucking emo.

Con el signo de prohibido atravesando la frase.

Me faltaron manos para buscar el teléfono, pero justo cuando me tocaba bajar, alcancé a activar la cámara. Todos los pasajeros guardarán para siempre en su memoria a la loca que le toma fotos a pobres adolescentes incomprendidos. Capturé, notando que no le he quitado el sonido de cámara a mi celular, y corrí hacia la salida, intuyendo que el emo renegado empezaba a darse la vuelta, sorprendido.

Espero no volver a verlo en mi vida. Eso significa salir más temprano para llegar al trabajo. O enfrentar una demanda por acoso. Por utilización no autorizada de imagen no, pues aún tengo que sacarla del celular en cuestión, pero no se preocupen.

Todo a su tiempo.

mayo 21, 2008

Rescatado

Estoy al borde de la abstracción.

Hoy tomé la metrovía y salí hasta la farmacia solo para despejarme un poco, ver el mundo, el sol, la gente.

Es uno de esos días extraños en los que todo sucede en mi cabeza, y al final me pregunto si no me lo estoy imaginando.

Tan irreal.

Para colmo vine todo el camino cantando Because. Y la gente con la que me cruzaba, creí que la estaba saludado.

Pero lo peor, fue que venía leyendo un libro de poesías de Roald Dahl (Cuentos en verso para niños perversos). Y venía riéndome sola.

Damn, no me importa que me vean, pero lo que me preocupa un poco es: ¿cómo terminará este día?

Estamos solos en el universo

A todas luces, me voy a aburrir de lo lindo. Hay en el ambiente todos los síntomas. Casi nadie en la oficina. Casi nada que hacer (no empiezo mis labores del día porque me temo que las terminaré demasiado pronto y entonces me sentiré peor).

La única cosa medio emocionante es que mi jefe está escuchando el soundtrack de Las vírgenes suicidas, y me siento un poquito como en casa. A la selección aleatoria del iTunes le en-can-ta. A veces se raya con eso y con Brian Eno, y tengo que sacudirlo para que le dé oportunidad al resto de la música.

Mi jefe quiere mandarme de viaje este fin de semana, y yo realmente no tengo ganas. Además, estoy segurísima de que algo importante tengo yo que hacer ese día. Mejor dicho, no me acuerdo bien. Pero seguro que en mi agenda ha de estar.

Hoy vine insoportable. Temed, enemigos del heredero.

Si ya se pone muy pesado esto, o yo me pongo muy pesada, lo más probable es que me vaya a dar una vuelta. A terminar de leer uno de los tantos libros que me han prestado, y que se supone que tengo que devolver (la gente que es optimista), y que ni he empezado porque se han hecho presentes los efectos del tiempo: qué sueño que me da apenas llego a la casa. Ustedes dirán: no me vengas con cuentos, que tú siempre andas con sueño. Pero esto ya es materia oscura. Si quiero salir en la noche, tengo que quedarme haciendo tiempo en la oficina, y salir directo al sitio. Porque si llego a aterrizar en mi casa, no hay poder humano que me saque de allí.

También pueden ser esos remedios que me tienen tomando. El conejo insiste en que me haga sacar las amígdalas, pero no. De aquí no se baraja nadie. De la crisis tendremos que salir como un todo. No hay espacio para desertores en este organismo. Es decir. Hay un par de kilos de los que gustosa me despediría, bajo concepto de jubilación. Pero de mis amígdalas, nunca.

Hablando de gente que no me comprende, la semana pasada se me juzgó porque dije durante el almuerzo que mi misión es difundir ciertas series y películas de anime. (Lo dije como broma, por supuesto, ustedes lo saben, ya que mi verdadera misión es lograr que me paguen por escribir desde la comodidad de mi hogar y en pijama, lo que aún no se ha cumplido sino a medias y con muchas condicionantes.) Pero fue el escándalo. Oh. Soy una inmadura. No merezco vivir.

¿Cuál es el problema de la gente? Yo se los diré: no tienen sentido del humor, quieren respuestas en bruto, no saben saltarse la baranda y dar unos cuantos saltitos en el césped, solo por el gusto de hacerlo. No. ¿Y su alternativa del humor? El doble sentido. Puaj. Mis dotes histriónicas, desperdiciadas. Los privaría de mi presencia de no ser porque ODIO comer sola. La alternativa es no comer, lo cual, sumado a la calidad de lo que preparan los dementores, va ganando adeptos.

A veces me siento tan sola.

Thesaurus

Idealismo: Asunto que requiere tiempo y energía. Yo no tengo.

Al momento

  • Fragile Things, N. Gaiman