No empezó tan mal. Quiero decir, a las siete y media estaba todavía en mi estado de negación típico de los lunes. Pero en cuanto llegué, encontré invitaciones al cine y tres chocolates esperándome en el escritorio. Eso mejoró considerablemente las perspectivas para hoy.

Mi suerte para el feriado estará decidida en unas horas; pero no siento demasiado optimismo al respecto.

Mi hermano terminó El perfume muy impresionado, lo que me hace sospechar que a mí no me gustará tanto y que habrá sangre, asesinatos y gente loca a raudales.

El fin de semana me caí sentada por pelear por el control remoto (no me dejaban ver Smallville >_<), y me han dolido mis pobres caderas hasta ayer en la noche, que se suscitó otra escaramuza a causa de que yo quería ver La venganza del Jedi y para eso me trasladé al cuarto de mis hermanos, que tienen la pantalla más grande.

Juro que lo próximo que me compro es mi propia tele. No quería gastar plata en eso, pero es el colmo que una no pueda ver ni su par de programas sin que la fastidien.

Para colmo, cuando ya me iba a dormir, encontré con que su graciosa majestad, mi madre, había dejado mi cuarto cerrado por dentro y las llaves, por supuesto, estaban en algún lugar de mi maleta. Tuve que escalar cual Spiderman por una de las paredes (suerte que son pelín más bajas que el techo). Como a mí no me ha picado araña alguna, me aporreé bastante.

Pero dormí en mi cama. O más bien, me recuperé de mis heridas de guerra.

Nada más peligroso que un pacífico fin de semana en casa.