Absolutamente injusto

¿Cómo se le ocurre a blogger tenerme tonteando todo el día? ¿Qué le pasa? Cómo osa. A mí.

XD Jeje, hasta que logré colocar esas frases.

Aclarando que los chocos eran de una compañera que volvió de viaje, y lo del cine era completamente impersonal. Aún no sé si voy a ir. Tenía que ponerme de acuerdo con mi hermanito, pero no me contesta el teléfono >_<

Estoy estresada a futuro, porque sé que la próxima semana será una pesadilla, lo sé.

Anoche en clase casi me botan: porque me dio coraje que me devolvieron un ensayo que se notaba que lo habían leído en forma somera y me habían puesto una calificación mediocre. ¿Para qué me molesto entonces en exprimirme la mollera y andar poniendo mis ideas por escrito y a consideración de un profesor? Cuando alguien me pide que lea y comente un texto, si voy a rayarlo, por lo menos me tomo la molestia de decirle por qué, así me toque reescribir párrafo a párrafo. Pero no le pongo un montón de vistos en cada línea para atacharle un número incoherente al final.

Estaba enojada y cansadísima, así que puede que haya hecho un par de comentarios insolentes, pero solo para consumo de Reivaj, que cual buen rey de la insolencia, me dejó desahogarme. Y estábamos contándonos algo infinitamente más provechoso que las anécdotas de nuestro bienamado profesor, cuando nos interrumpió para hacernos ver que 'tenemos que poner atención'. Vale, ya sé que cuando otro habla hay que callarse, y más si estás en clase, y blablabla, pero el caso es que en ese rato yo no era mi dulce y serena persona.

Menos mal que no se dio cuenta cuando me puse a llenar invitaciones de cumpleaños para la fiesta del hijo de Sisnom, ni cuando me llamaron al celular XD Se infartaba el pobre. Pero es así de sonso, os lo juro.

Hoy estoy cabezona, pero mucho más sensata que ayer, y me portaré bien. No tanto. Puede que me escape para ir a ver Farenheit 9/11. Tantas ganas de acercarme al señor Moore no tenía la verdad, pero las demás opciones como que no son mucho mejores.

Bueno, ayer me sentí gato. Cuando llegué a mi cuarto, me di cuenta que mi mamá había estado husmeando en mis tesoros. Ella dice que me hizo el favor de limpiar. Había sacado todos mis archivos -tengo desde el preuniversitario ^_^ y había reubicado mis libros y apuntes actuales; había puesto sobre mi cama un montón de peluches que yo no sé dónde estaban antes, y había doblado mi ropa. Solo le agradecí esto último. Y ahí estaba yo, sintiéndome una extraña en mi propio cubil, cono un gato al que hubieran cambiado de casa. Ay, ahora sé lo que experimentó mi pobre Ciruela cuando nos cambiamos y nos la trajimos en peso.

Tiró aquí y allá pistas de regalar los peluches, y botar a la basura mis papeluchos y revistas más viejos. Yo le insinué que ya que en esas estamos, también podríamos deshacernos de la colección de revistas Hogar y Vanidades que hay al lado de su televisor. Una cosa es que yo no esté dispuesta a tener a la vista esos vejestorios de mi pasado. Y otra es que le vaya a permitir que desentierre mis esqueletos de su bien merecido reposo y los exponga a la curiosidad del vecindario, o de los señores de Vachagnon.

Pues no. Este fin de semana saldré en busca de un aparador, anaquel, repisa, baúl o lo que fuere, para poner a buen recaudo mis tereques. Habráse visto.

Novedades así como que emocionantes y que valgan la pena de sacar pica, cero. Solo que compré un angelito relleno para decorar mi cuarto, y un candelero para apaciguar a mi madre. ¿Era candelero o candelabro?