Tres, dos, uno...

Esto es lo más cerca que he estado del colapso nervioso. No, esperen, esa fue otra historia. Aquella en que pretendí incursionar en el periodismo económico (nevernevernevermore, you soul-less economics). Me da frío solo de recordarlo. Yo, una página vacía, entrevistados reacios, cifras... Brrrrrr.

Tengo cuatro textos abiertos que intento terminar al mismo tiempo. En mis días buenos, eso no es problema, me muevo dentro de mi desorden. Pero este día es de cualquiera menos mío. Me han quedado mal varias veces y he tenido que suplirlo todo con inspiración inducida, nada bueno para la salud.

Miradita al río para relajarme.

No está funcionando.

Hay un caramelo en mi escritorio.

No logro descifrar de qué es. Caramelo barato.

Un pequeño respiro y prosigo.