junio 27, 2005

El ataque de las musas

Es tan lindo estar tranquilo, haber cumplido con todo, sentirse prójimo de la humanidad y haber encontrado la inspiración para lo que falta por hacer. Paz y amor.

Haber dicho que debe ser lindo, porque en este momento ni paz ni nada. Bueno, ya, la inspiración por ahí anda (tal como yo la entiendo, esa que viene después de pasarse unas cuantas horas trabajando y dándose con el mazo en la cabeza). Los que no andan son otros, pero esos ni con el mazo tienen remedio.

Pero tener la idea de lo que se va a hacer no garantiza calma, al menos a mí me inquieta bastante, me tenso, pierdo las llaves, ando murmurando cosas, y no presto mucha atención a lo que me dicen. Mi memoria no es ninguna joyita y ocurre que de las genialidades que se me ocurren justo antes de quedarme dormida, a la mañana siguiente solo queda el puesto. He considerado la idea de tener lápiz y papel cerca de la cama, pero supongo que después no entendería la letra. O resultaría que solo le parecerían geniales a una mente soñolienta.

Anoche, milagrosamente, la desesperación dio como fruto los temas del mes que viene. Y para más maravilla, hoy que hacía la peregrinación hasta la oficina, los fui recordando uno por uno. Ya que me los aprueben será otra historia, pero por ahora estoy contenta. Lo que no significa, reitero, que esté tranquila. Será por eso que estoy jugando a la percusión con el teclado, y que me ha tomado como una hora escribir míseros cuatro párrafos, y que el teléfono esté que timbre hace rato y yo no conteste, y que mi jefe me esté mirando con cara de genuina preocupación a través del vidrio que -así lo quiere el cielo, y yo no me quejo- nos separa.


Lo bueno de mis arrebatos de tragedia es que al final me causo risa.

Thesaurus

Idealismo: Asunto que requiere tiempo y energía. Yo no tengo.

Al momento

  • Fragile Things, N. Gaiman