Influencias

Me pidieron que cuidara unos minutos a mi prima. Vimos Spirited Away y luego, como no se durmió, le presté unas revistas y libros para que pintara o leyera, mientras yo escribía y escuchaba cualquier cosa. La nena entiende inglés, así que al rato me preguntó porqué el señor que canta está tan triste. Así que terminé mi post contestatario y pesimista de porqué pienso votar nulo en las próximas elecciones presidenciales (post que no ven aquí porque doña memoria olvidó grabarlo), apagamos y nos fuimos a leer Green eggs and ham, un libro del Dr. Seuss, cortesía de Moonie.

He ahí cómo me vengo a percatar de que el desgano inexplicable de los últimos días bien pueden haber estado contagiándomelo unos cuantos pelagatos ultradepresivos que tuvieron la ocurrencia de publicar un disco.

Cabe exculpar la música de anime, porque de que habrán cortavenas, habrán, pero como están en japo, ni se entiende, y todos contentos. Vamos, que no son tan malos, los japoneses. Mille me ha prestado unos cuentos de un señor cuyo nombre me parece que es Kawabata Yasunari, y dice algo como:

Todas las formas de vida siguen el curso del agua.
Una sombra solitaria espera callada la nieve.

¿Qué me habrá querido decir? Y sin embargo, siguen escribiendo cosas como esa.

No son tristes exactamente, no son alegres, tampoco. Son algo que no siempre logro definir, pero me agradan esos textitos breves, precisos, tan extraños a mí y siempre concienzudamente envueltos, y tan vivos en colores, en sabores, que es inevitable que me recuerden la comida oriental.

Ya me dio hambre.