Je suis ici
Una de las pocas frases en francés que mi cerebro retiene. Et bien, un recuento.
El sábado vine a trabajar y todo, para poder tener feriado, ya saben, y a la salida me fui de compras. Además de las tonterías necesarias, tengo mochila nueva, y no sé si sabrán, pero las mochilas son una de mis obsesiones.
El domingo y lunes me fui a la playa, y así es como me dedíqué a leer Cabo Trafalgar. Qué les digo, fue muy bacán sentarse a leer una novela naval con el mar de música de fondo. Inténtelo un día, yo de fijo que quiero repetir la experiencia. Yo ya había leído la versión que de esa batalla hace Benito Pérez Galdós, y me gustó mucho, pero fue bueno verla desde una perspectiva diferente. Es extraño, porque yo ya sabía lo que iba a pasar, en qué gran desastre iba a terminar todo, quiénes morían (casi todos), pero aun así estaba dispuesta a que el otro Pérez, el Reverte, torciera un pelín las cosas y me dejara vivo a mi personaje favorito, o para más señas al único por el que verdaderamente siento respeto.
Yéndonos a cosas menos elevadas, no estaba tan lleno Playas, así que me asoleé de lo lindo (camarona, camarona, y eso que blanca no soy...).
El martes verdad es que dormí mucho, ví pelis y leí un poquito de El Quijote. Tuve que saltarme los dos últimos prólogos, o nunca iba a llegar a la acción. Solo avancé el primer capítulo, y antes de que digan 'qué lenta esta muchacha', les cuento que me dediqué mucho a las explicaciones idiomáticas: resulta que casi todo lo que yo había creído entender muy bien en mis previas lecturas, pues estaba mal, porque yo lo había interpretado desde el castellano moderno, y hay expresiones que significan totalmente lo opuesto a lo que en el presente.
La economía, pese a no ser tan fiera como me la pintaron en el colegio y en la universidad, sigue teniendo su estatus, así que la miraré con menos odio y más respeto de ahora en adelante. Blogueros economistas: os admiro.
Además, resulta que la FBI (es decir, mi dentista), ya me puso las garras encima y ahora tengo que ir cada dos días a sesión de tortura; creí haber escapado de eso, tengo grabado el ruido del bendito taladro desde que era niña, zrrrrrrr...
Aún no estoy del todo al día, y tengo mucho trabajo esperando. Me siento algo así como vulnerable: todo está muy tranquilo, pero tengo la vaga impresión de que en cualquier momento todos gritarán '¡Sorpresa!' y empezarán a informarme de lo que salió mal...
¿Ya les conté que soy exagerada? No, esa es una fea palabra. Hiperreaccionaria, ¿les suena mejor? Creo que no.
A ver dónde puse ese diccionario de sinónimos y antónimos...
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