¿Aburrida? No, qué va.
Esta vida está hecha de pérdidas. Desde que me acuerdo he perdido dientes, que se cayeron de su propia voluntad (sin consultarme) y otros fieles hasta el fin que sucumbieron en el consultorio del dentista.
He perdido piel con mis caídas de pequeña y no tan pequeña, y como resultado inevitable de pasar un par de días en la playa. He perdido y sigo perdiendo cabello cada vez que intento cepillarlo.
Quisiera perder unos cuantos kilos, pero ahí no pasa nada. Pierdo la vista mientras escribo estas cosas. Gracias a la música busetera, a los domingos de fútbol y a mis estimados vecinos, pierdo audición.
Pierdo esperanza de vida cada vez que entro a McDonald's. He perdido casi toda mi confianza en la gente. La memoria tampoco se muestra leal, y olvido precisamente lo que no debo. Y me acuerdo de cosas inútiles.
Siguen intactas las ganas de reírme. El gusto por la palabra y por la lluvia. Mi torpeza social. No mucho más.
Hasta aquí el inventario.
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