Sublevación

No amanecí de buenas. Tenía yo ganas de seguir durmiendo, efecto natural de una maratón de pelis (viva Indiana Jones), pero ni modo, había que levantarse. Suerte, me decía yo, que adelanté algo de trabajo el finde.

Pues no. Nada de suerte. Pasé toda la mañana de Herodes a Pilatos, buscando quién tuviera "privilegios" para poder ver un mero disquette y me reenviara la info por correo. Long story. Long, absurd story. Tanto que me atacó uno de esos oscuros estados de ánimo en que digo al diablo con esto, si total lo hago porque me gusta y en cuanto se acabe el gusto pues se acaba el asunto.

Y así estaba yo, dispuesta a echar pestes, cuando la mente me juega otra de sus bromas de pésimo gusto: me escucho tarareando Rain drops are falling on my head... Qué falta de cooperación. Qué asesinato del momentum. Tanto esfuerzo puesto en amargarme y esta amiguita inoportuna diciéndome no se qué tontera de que no voy a quejarme, porque soy libre, y nada me preocupa.

No, estoy segura de que no me han implantado nada en el cerebro [últimamente].

Le declararía la guerra de no ser porque la necesito para terminar el día. Pero en cuanto llegue a casa le daré su castigo: creo que hay la bola de nicktoons esta noche.