mayo 26, 2005

Drama queen

Admitámoslo, ayer me puse trágica. Pero oigan, así como la trampa es uno de los componentes del juego (no lo nieguen), hacerse la trágica es uno de los componentes de Dael, como saben los que bien me quieren (y los que no, también). Por ejemplo ayer. A mi jefe se le ocurre una de sus geniales ideas (que sí son geniales, jefecito, nada de sarcasmos por ahí) que implican que me tenga que poner a buscar los trabajos ganadores de un concurso que se efectuó exactamente un año. Respiro hondo. Después de todo, puede que estén en el cajón superior de mi archivador, que si bien está al tope, es manejable, porque más que nada hay sobrecitos bien empaquetados, cds, cassettes, pilas, disquettes, agendas telefónicas, libretas ya llenas, libros, memos, faxes, fotos, afiches, una lata de galletas que ya no tiene nada pero es linda y una botella vacía de Sprite que no me atrevo a dejar en la papelera para que no sepan que me la tomé en el puesto.

Como dije, manejable. Vacié el archivador (parecía puesto de la bahía), boté ciertas cosas, saqué libros que o dono a la biblioteca, o devuelvo a sus dueños o ya de plano me llevo a mi casa; encontré de todo: hasta chicles y un cd que me habían prestado y yo juraba que no, los manuales de estilo e imagen que bien podrían meterme en problemas, pero no encontré al fin lo que andaba buscando.

Ahí sí vino la parte fea, o sea la sospecha de que mi presa se hallaba en el cajón inferior. El rincón del mal. Hogar de todas las revistas que me sobran, impresiones de prueba (demuestran que no soy infalible, de esas tengo que ocuparme cuando consiga una pistola desintegradora o algo por el estilo), cartas y dibujos de los niños (awww), documentos que no puedo desaparecer por más que quiera.

Ni modo. Tenía que hacerse. Aspiré hondo, convoqué todo mi valor, pero el muy cobarde salió huyendo y solo quedó la resignación, que esa ya está hecha al dolor después de vivir conmigo tanto tiempo. Y así empezó la gran tarea. Perdí noción del tiempo y del espacio, sentada en el suelo, los dedos manchados de tinta, consciente de la cantidad de árboles que han muerto en el transcurso de mi trabajo. Y en eso, oh maravilla, aparece la dichosa carpeta de mis angustias, con trabajos membretados y sin arrugar. Felicitándome estaba, ingenua mortal, cuando llega alguien de publicidad con un nuevo sobre, más cds, y tres cartones de muñequitas (de esas sin nariz y con boca de Angelina Jolie que están a la moda). Casi colapso. ¿Dónde voy a guardar yo más cachivaches? Rogué, supliqué y me humillé, pero ninguno de mis mal llamados compañeros de labores quiso ni alquilarme un lugarcito en sus dominios.

Así que no me quedaba otra. Administración (insertar Marcha Imperial). Iba a llamar, cuando me di cuenta que con lo hábil que soy hablando, de plano me iban a decir que no, que si aquí tiene alguien tiene corona y derecho a un archivador extra, esa no soy yo. Abrí un mensaje de correo y me inspiré. Se lo mandé a un hombre de corazón frío y calculador que cuenta hasta la cantidad de aire acondicionado que aspiro. Y no sé cuán conmovedora habré estado, que me respondió en el lenguaje de los príncipes magnánimos (según Dumas, yo no conozco ninguno de esos especímenes): Déjame ver cómo te ayudo. Por supuesto, todos los incrédulos que me habían augurado un no rotundo se quedaron boquiabiertos, hasta que les reenvié la carta.

Debería dedicarme a la dramaturgia. Aunque no me den mi cajón, ha valido la pena. Y un poco más de orden, sí hay en mi puesto (amén de mucho trabajo para los chicos de mantenimiento).

Thesaurus

Idealismo: Asunto que requiere tiempo y energía. Yo no tengo.

Al momento

  • Fragile Things, N. Gaiman