agosto 17, 2005

Ahora sí en castellano

Ayer andaba hecha la trágica. La verdad es que tenía hecha la hojita que le iba a entregar a la directora para retirarme. Tenía listas las respuestas que le iba a dar a la señora para contrarrestar su poder de persuasión (el que cree que tiene).

Y en ese rato me vino la náusea ante tanto patetismo. ¿Quién dice que tengo que hacerlo todo bien? ¿Por qué era que me metí en esto, en un principio? Ah sí. Creí que me gustaría. Que sería divertido. Y lo fue. Pero claro, me he dedicado a buscarle la quinta pata al gato, a ver todo lo que no me gusta, a no darle ni primeras ni segundas oportunidades a nadie. A quejarme de todo pero sin pizca de humor.

O sea que el problema es mío. Lo cual significa que la solución también es mía. No hay nada malo con el seminario, o al menos nada que no supiera.

Y eso fue todo. ¡Puedo arreglarlo! Y me fui a clase como quien va a la última. Me senté en el sitio opuesto al habitual, subí las piernas al asiento, saqué mi botella de agua, un lápiz, mi libreta y me puse a dibujar. Me sale horrible, pero es muy relajante. Y luego alguien empezó a hacerme conversación. Usualmente recurro a los monosílabos a ver si así cachan y me dejan en paz. Sí, así de idiota suelo ser cuando estoy cansada. Pero por esta vez contesté como un ser humano normal.

Vino Reivaj y se me quedó viendo como si me hubiera puesto una máscara de los Ositos Cariñositos. Yo hablando con más de dos personas, y sin cara de sálvame.

- ¿Qué haces aquí?

- Hay clase.

Como está habituado a mis sinsentidos, sacudió la cabeza. Mientras me conversaba de su día, y de cómo se arruinó la fiesta de cumple de su wannabe girlfriend (nunca más le organizo nada, lo que me valió un megapedazo de torta), me di cuenta de que varias otras personas estaban escuchándonos. Es que no habla en susurros precisamente, el chico.

El haber pensado que ya no volvería a esa sala me tenía alerta. Escuché las risas a los comentarios de mi hermano. Atrapé retazos de otras conversaciones. Hasta capté un par de instrucciones del profesor, que lleva semana tratando de ajustarnos las cuentas, sin éxito porque o hay muchos alumnos ávidos de participar, o porque llegamos tan tarde que ya no alcanza el tiempo para hacernos leña.

Bueno, tenía cara de que había llegado el día de su venganza, grande y terrible. Y todos alrededor lo sabían. El boleto le tocó a Reivaj, que empezó a contestarle usando metáforas futboleras, fue un chiste, todos escuchándolo con la boca abierta, ¡y el pobre profesor!

Fui notando las mismas fallas de siempre. Me irrité igual con el descaro que tiene el ser que nos da pedagogía, al que bien le vendría curarse a sí mismo. Me atoré un par de veces con el agua, de reírme. Y cuando me iba caminando con Reivaj y otros chicos del grupo que hicimos para una exposición que es para hoy, y que hice pensando que sería mi última contribución a la causa, me acordé de la carta.

No sé cómo, por todo el reverso hay unos dibujitos que se parecen mucho a los fantasmas que perseguían a Pac Man. Juro que no lo recuerdo. No importa. No diré que todo vuelve a estar bien. Porque antes no estaba bien, e igual lo disfrutaba.

Hoy llegaré con las justas, armaré un cartel al apuro, hablaré atropelladamente y hasta por los codos, me cuestionarán las fechas, discutiré porque obviamente a cualquiera que no me haya entendido le hacen falta vitaminas. Nos lamentaremos de que el único profesor que hace digno ir los jueves esté de viaje, y a Reivaj lo escuchará medio mundo.

Nos encontramos con la mejor profesora del año pasado. Es una chica medio neurótica, pero cumple con lo suyo. Pregunta cómo nos va. Ahí, más o menos.

- ¿Cómo que más o menos? Tendría que irles perfecto...

Reivaj, que tuvo un mal día y quiere resarcirse, me hace callar con un gesto.

- Es que nuestro más o menos es el perfecto de otros.

Yo creo que hemos estado a punto de caerle bien en incontables ocasiones. Por suerte nos percatamos justo a tiempo.

Thesaurus

Idealismo: Asunto que requiere tiempo y energía. Yo no tengo.

Al momento

  • Fragile Things, N. Gaiman