Vehementes

Hacía raaato que no me reía tanto.

Deambulando por ahí llegué al sitio del Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria (VHEMT), cuyo lema es "Que podamos vivir a largo y desaparecer". He aquí algunos de sus postulados. Tienen mucho contenido, y la mayor parte de él es para partirse de risa. Claro que a ellos no les hará demasiada gracia que yo me esté riendo de sus postulados, pero... no se enterarán. Creo.

La lenta desaparición de la raza humana a través del cese voluntario de la procreación le permitirá a la biósfera terrestre recuperar la salud. El hacinamiento y la escasez de recursos se aliviarán a medida que reduzcamos nuestra densidad.

No somos sólo un puñado de misántropos e inadaptados maltusianos y antisociales que se deleitan morbosamente cuando el desastre golpea a los humanos. Nada más lejos de la verdad. La extinción humana voluntaria es la alternativa humanitaria para los desastres humanos.

Como saben los voluntarios del movimiento, la alternativa a la extinción de millones de especies de plantas y animales es la extinción voluntaria de una especie: el Homo sapiens... nosotros.

Además, tienen una divertida tabla de diagnóstico y tratamiento aplicable a las principales razones por las que la gente quiere tener hijos.

Bromas aparte, no me parece tan mala idea. Digo, es voluntario. Pesimista y voluntario.

Mi trabajo tiene que ver con niños. Y me caen realmente bien. Son personas interesantes y sorprendentes. El mal chiste es que al poco se hacen adultos. Ok, Peter Pan aparte, no se le puede desear a nadie ser niño para siempre. Pero ya somos muchos, esa es la verdad, y no estamos aportando nada bueno, a más de participar en la creación y disfrute de la belleza, y eso a ratos, a largos ratos, palidece ante los otros detallitos que solemos dejar caer sobre el primer prójimo al que encontremos desprevenido.

Pero por otro lado, eso sería admitir que somos seres carentes de propósito que pasan por este mundo sin pena ni gloria. Y no creo en eso. Simplemente, pienso que deberíamos dedicarnos a mejorar los que ya estamos, educar a los niños que ya hay (trabajo difícil, comprobable si se toma uno la molestia de ser maestro por un día en cualquier escuelita pública) y cuidar lo que ya tenemos, antes de seguir subiendo alegre e irresponsablemente las cifras.