febrero 09, 2006

Eragon

Los últimos días, ante el peligro de que me agarre otra lluvia, ando con mi remedo de impermeable a cuestas. Hoy en la mañana asomo la cabeza y como se ve despejado, dejo el armatoste en casa y traigo un suéter para la oficina. Tomo el bus, y cuatro cuadras más adelante, empieza a llover. Las ventanas, bien abiertas, y no se dejaron cerrar las condenadas, por más que la mitad de los pasajeros se enfrascaron en un remake de la clásica historia del cardo, que hala que hala y no puede arrancarlo, solo que en este caso le hacían a la manija de los vidrios. Me acordé de Chico Migraña y me resigné a mojarme, teniendo cuidado eso sí de que no le cayera ni una gota al libro que me prestó Namida. Eragon.

Lo ha escrito un chico nortemaricano llamado Christopher Paolini. Educado en casa, se lleva bien con su hermana que es algunos años menor (tuve que investigarlo para mm, claro está), ahora tiene 21, empezó con Eragon cuando tenía 15 y ya publicó la segunda parte. Fantasía, por supuesto. Dragones, por supuesto. Magia, por supuesto. No es difícil imaginar que estoy en mi elemento. En el sitio web
dedicado a las novelas lo comparan con Pullman (uno de mis favoritos en este género) y Tamora Pierce, a quien nunca he leído pero ya he de tener ocasión, aunque la pinta de su sitio web no me gusta demasiado.

Por ahora me quedo con una frase, si bien ya la he escuchado antes. Recuerda que mucha gente ha muerto por sus creencias; de hecho es bastante común. El verdadero valor está en vivir y sufrir por lo que crees.


De lo solemne y la fantasía pasemos a los prosaicos hechos de ayer. Ya fue, la entrevista. Pese a todos mis nervios (era de esperarse), creo que llegamos a buen puerto. La próxima semana habrá un segundo round, aunque va sumándose tanta gente al asunto que habrá que ver si hay espacio para mí o habrá que contratar una furgoneta. ¿Por qué? Solo tengo una expllicación: la sapada. En realidad estuvo bastante interesante, pero cómo le temo a este sábado, en que me sentaré a sacar esa grabación, y ayúdenme los dioses, que me va a hacer falta.

Por otra parte, y para mi mayor fastidio, se pospuso hasta la otra semana el asunto de la universidad. Es curioso. Justo cuando ya, cedo y digo vamos, un día la directora no puede, otro Mil no puede y otro, el viernes, indudablemente que no puedo yo, porque si logro salir temprano, será para ir a ver bailar flamenco a Namida (free advertising).

Entre todo el corre corre, mi único alimento de ayer fue un helado demasiado grande que igual me terminé (con lo que costó hubiera sido el colmo desperdiciarlo) al salir del trabajo. Hoy pienso compensar, ya llevo dos desayunos (^ ^) y luego me andaré lamentando si mis tripas se van a la huelga (v.v). Estoy en deuda con algunos textos con Jacko, de manera que allá debería estar, si es que mañana quiero salir -relativamente es la palabra clave- temprano. Pero heme aquí, en la dulce y envolvente acción de procrastinar.

Se siente tan bien.

Thesaurus

Idealismo: Asunto que requiere tiempo y energía. Yo no tengo.

Al momento

  • Fragile Things, N. Gaiman