Maratón, segunda parte
Tres días de lluvia. El viernes, espantoso. El ente se iba de vacaciones y no sé si le agarraron los nervios o qué sé yo, pero nos quedamos hasta las diez, por mi parte aburriéndome. Aguanté porque eso a mí me significa dos semanas ent-free. Y sí, tiene su lado bueno, especialmente ahora que me encuentro un email del sábado, en el que me dice que a última hora tuvo que cambiar la portada porque le rechazaron la foto. O sea. Así nada más. No pudo avisarme. Ya mismo me traen esta cuestión impresa y yo ni enterada, vamos a ver qué cara pone el boss, ave césar, morituri etc.
El sábado nos encontramos con las Ratas y James, y fuimos a comer. Tuvimos que cambiarnos de puesto, una porque no nos atendían rápido, y otra porque James estaba siendo acosado por las señoras de la mesa del frente. Después de mucho dar vueltas, pues no sabíamos cómo llegar a la sede oficial del maratón, hicimos un aterrizaje forzoso y encontramos a Namida y Angel Gokú. Al fin vimos las tres ovas que nos faltaban de Saint Seiya. La mejor parte para mí fue constatar que la Muñeca de Torta (aka Saori, aka la Atenea original se suicida si se entera lo mal representada que está en la serie) sigue muerta, o al menos por el Infierno anda. Yo siempre lo supe, esta muchacha iba a terminar mal, y así fue.
Claudieko no aguantó ni media hora, y se durmió, después de intentar, sin éxito, que viéramos cierta novela sobre el cuerpo de nosequién. Entre los demás confirmamos que la armadura de Shun es fucsia. Lo cual no es que rescate su prestigio, teniendo en cuenta que antes era rosada, y una intensificación del color es más bien preocupante. Yo de ese chico, demando al artista. Ikki sigue sin hacer aparición, quizá ofendido por el hecho de que, siendo el Caballero del Fénix, lo anden dibujando como lobo (el Shun que Namida tiene de wallpaper sí está muy bien, para que vean que el gris le queda mucho mejor que el rosado). Seiya hizo explotar su cosmo en nombre de Saori (o sea, por las puras). Hyoga afortunadamente no tuvo ocasión de realizar la kata del Cisne. Y a Shyriu... Dejémoslo en paz.
Como quedaba tiempo, decidimos ver tres episodios de Ranma 1/2. El de la fiesta navideña de los Tendo, el de un medallón que cambia los sentimientos de Shampoo y el del libro de las recetas de la mamá de Akane. También hizo su aparición un Sesshomaru muy lindo (hay que ver alguna de las películas de Inuyasha) y, como se ve que ya empiezan a conocerme, James (feliz cumpleaños feliz) me prestó un libro sobre Tolkien y Namida otro sobre dragones.
Lo malo es que olvidé que esa noche se graduaba uno de los chicos de mi clase. Lo olvidé yo, y toda mi familia, que a la tarde andaban localizándome para que, en representación de ellos que andaban cada quien por su lado, asistiera. Ah no. O vamos todos o no va nadie. Pues bueno, me dijeron. Y me cerraron el teléfono. Me resigné. Y cuando a eso de las ocho aparecí por casa, y los llamé a avisarles, me dijeron que estaban en lo de la graduación y que me venían a ver. Ponte a correr, a ver qué te pones, y sal por las mismas.
Así que tras tanto ajetreo, el domingo decidí que no iría ni a la esquina. Bueno, en teoría sí fui, a dos cuadras, a la iglesia. Pero de ahí, me quedé en mi cama aprovechando que hacía fresco y que los ruidosos de mi casa no estaban. Linda la siesta. Cuando desperté, algo me llamó hacia el lugar donde tengo apilados mis libros de HP. Impulsivamente busqué las cubiertas de los dos últimos tomos. Shock. Solo había una, y medio aplastada. ¿Y la de OotP? ¡¿Dónde está?! Puse patas arriba el estante, llamé a mi mamá y a toda mi parentela; total, nadie supo decirme nada útil.
Para reponerme de la cruel pérdida, me puse a leer un poco de Eragon. Y además de tranquilizarme, me ayudó a darme cuenta por qué hasta ahora ninguno de los nombres que le quería poner a mi dragón le ha cuadrado. Como en el caso de Eragon con Saphira, lo he estado haciendo todo mal, porque no no es un él... ¡es una ella! Ahora todo será más fácil, sé que nos vamos a llevar muy bien.
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