Suerte

Estoy de lo más tranquila, volviendo a mi puesto, cuando veo que el ente viene. Sin páginas. Así, no me interesa. Bueno, se va para otro lado. Ok. Habla con la jefa de otra sección. Y cuando se va, la man dice que se lo quiere quedar al orquito porque hace ilustraciones bacanes. Estoy dividida entre la preocupación y el júbilo. No es tan fácil conseguir un buen diseñador, menos a alguien que tenga relativa sensibilidad para una publicación infantil y se ponga creativo. Pero no todos los cambios son malos, quién quita y venga alguien con mejor actitud.

Naaaah, no tengo tanta suerte.

Sigamos con la nostalgia. Tranquilos que no estoy haciendo regresión ni se me zafaron más cables. Me acuerdo de la primera vergüenza pública que pasé en la universidad. Teníamos clase de IPC en el segundo piso, íbamos subiendo y el profesor se quedó último. Cuando yo iba a media escalera, me pregunta si el salón ya estaba abierto. Yo terminé de subir, vi que, en efecto, la puerta estaba abierta, me asomé a la baranda y le hice seña de que sí, de que subiera. Y seguí mi camino. Pasaron como quince minutos, todos conversando y yo cómodamente instalada al fondo, tratando de pasar desapercibida. Cuando sube el profe con cara de resentido y me dice: Dael, ¿por qué no me avisó? Yo esperando allá abajo, parado como estúpido.

Cri cri. To'l mundo mirándome como a bicho raro. Por ahí intenté musitar que sí le había avisado. Tal como era yo a los 17, ni se me ocurrió añadir que no era mi culpa que él no entendiera señas.

Sospecho que desde ahí no me miró con muy buenos ojos. Pero su materia me gustaba y no me causaba problemas. Habrá tenido que resignarse a que aprobara y ya después creo que no nos caímos tan mal. No sé dónde andará (puse su nombre en el google sintiéndome bien ridícula y un poco stalker), parece que todavía anda publicando sobre democracia, pensamiento crítico y escepticismo. Si llega a leer esto, probablemente no se acuerde; la que quedó mal fui yo. Suerte que puse atención en las otras clases. Suerte que me dije ya qué, si tú no tienes ningún prestigio que defender. Suerte que no creo en la suerte, y que además hay episodios mucho más bochornosos que ya irán saliendo solitos. Si es que los dejo.