febrero 02, 2006

Los del 97 (post del recuerdo) - 5 palabras

El mundo se ve tan distinto cuando a una no le duele nada. Todo buena onda, todo positivismo, parece que a Némesis se le pegaron las sábanas esta mañana. Suertuda que no marca entrada.

Fufura me vino a buscar para ir a la cafetería. Una compañera me pregunta sobre mi trabajo, que si me gusta y eso. Le digo que supongo que ser más infantil que madura ayuda, y pongo mi carita más angelical. Pero claro, Fufura tiene que desmentirme. Está decidida a acabar con cualquier cosa parecida a mi prestigio. Y su argumento es: Hace diez años que te conozco.

¿Diez? No, señorita. Son nueve. Nos conocimos en febrero del 97. En el 2007 habrá que hacer algo, comparar muletas, prótesis, tintes, cotizar asilos, y contar sobre aquellos viejos tiempos. Solo en la oficina somos siete (parece invasión). Pero con los horarios que tenemos, adivinen cuántas veces hemos coincidido todos en el almuerzo. Una. El ruido que hicimos en el comedor (bueno, ya, yo no hice pero lo disfruté bastante) fue solo superado por el que se produce cuando baja el departamento de arte en pleno (Orc Convention).

En eso el Eme, que también es de esa época, se acerca y nos sorprende porque se acuerda que fue exactamente el lunes 3 de febrero de ese año que empezó el pre. Minuto sentimental. El Eme no recuerda cumpleaños, no responde emails, y a veces hasta olvida los nombres de pila. Me río y le digo que pareciera que el pre lo marcó. Se pone serio y me dice que sí, que a todos, ahí se nos acabó la buena vida. Nos reímos de pensar que, de ser ya 3 de febrero, estaríamos celebrando con un vaso de agua, un tarrito de yogur y una granadilla.

1997. En enero me gradué, y prácticamente no volví a ver a tres personas con las que me pasé de aquí para allá seis años de mi vida. Ni una semana después me tocó ir otra vez a un aula de clase, sin conocer a nadie, con mis increíbles dotes para socializar. Si de popularidad se trataba, ahí moría mi carrera universitaria, y me consagraba a ser caracol. Única amiga que hice: Fufura.

El primer ciclo, eso fue genial. Teníamos opción a dos horarios. El A, era un sueño, clases bien distribuidas, por la mañana y por la noche, dejando un espacio genial por las tardes, para irte a tu casa, almorzar rico, dormir la siesta, ver la puesta del sol. El B, ya no era tan bueno. Espacios de una o media hora salpicados entre clase y clase, que te obligaban a apurar el paso.

¿Dónde fue a parar Dael, hábil negociadora? Al B, derechito, dirán ustedes. Pues no. Ante la batalla campal que se armó por esta cuestión de los horarios, la novedad de la carrera, la inexperiencia de los organizadores, el tráfico de influencias y el exceso de estudiantes, Dael y el resto de mortales cuyo apellido iba de la O a la Z (y alguno que otro que llegó tarde a la matriculación), tuvieron que ser deportados a un nuevo curso, el C. El de los marginados. Con las clases tan bonitamente arregladas, que te pasabas el día entero ahí, y si un día podías hacer un receso y pasar una hora por tu casa, era de dar gracias.

Pues bien, de los diez semestres que completé en esa universidad, el primero es el mejor del que tengo memoria. Después hubo muy malos y muy buenos. Pero el grupo que estuvo ahí, aunque se dispersó y subdividió después, conserva una especie de... ¿Recuerdan cuando los Thundercats veían la señal que enviaba Leon-O? A partir del segundo semestre no volvió a haber un tercer grupo (la típica purga inicial). En quinto año, ya éramos uno solo. Y sin embargo, mencionar el C es como ver la Batiseñal, como tener la moneda del Ejército de Dumbledore (o la Marca Tenebrosa, si usted prefiere). Ahora que recuerdo, hasta nos hemos encontrado de noche en un oscuro cementerio.


Update: Pa que no haya reclamos, actualización del juego. Ahora son 5 palabras.

"Era un sobre manila vacío..."

Thesaurus

Idealismo: Asunto que requiere tiempo y energía. Yo no tengo.

Al momento

  • Fragile Things, N. Gaiman