Muy gracioso, John

Juro que creí que era un carro robado que habían dejado ahí solo y triste. Estaba estacionado a una cuadra de mi casa, las cuatro puertas abiertas, frente a una licorera. Música a todo volumen. Por una fracción de segundo pensé que tecnochicha o algo así.

Hasta que logré distinguir qué era. Don't let me down. Quién lo manda a este chico a cantar todo desesperado, así como que se está cayendo a pedazos, y lo peor es que ya está muerto y no lo puedo ayudar. Yo y mis complejos Colgate, salvemos al mundo de la caries.

Llegué toda bajoneada a mi casa. No mejoró las cosas que lo primero que escuchara fuera a Alvarito en la tv.

*depresión*

Por esas cosas inexplicables, ya esta mañana estaba bien, canturreando con Los chicos del barrio y Betty Atómica. Por ver los dibujitos me hice tarde y no desayuné. Me traje mi yogur a la oficina. Al poco hubo quórum para ir a la cafetería, y en esas estábamos, cuando escuchamos unos golpecitos en la puerta. De ahí todo fue cuesta abajo.

Por más que puse ojos de cachorro me sacaron corriendo, no me dejaron terminar el yogurcito. ¿Derrumbe? ¿Temblor? ¿Incendio? ¿Lucio en el mismo edificio que yo? Nop. Solo mi mala memoria. Es la semana de visitas de niños, y el primer día casi muero porque me desbarataron el quiosco más de lo que ya estaba. Hasta ayer evité como pude que me fotografiaran, pero hoy mi suerte no pudo más.

A los peces no les gusta que les toquen el vidrio.