Pero lo intenté
Está difícil esto de ponerse al día. Primero, debo contestar el correo personal/laboral pendiente. En ese orden, que nadie diga que no tengo claras mis prioridades (sonrisa). Luego, atender a mis fotos y entrevistadas de esta semana, que estuvieron encantadoras, y ya se fueron (sonrisa algo estresada). Luego, atender el teléfono, no, él no está, pero deje su mensaje, por favor (dejemos de sonreír, me empiezan a doler las mejillas). Y ahora, a escribir lo importante, o sea nuevo post.
Como Reivaj me juró y me rejuró que estaba prohibido andar mojando a desconocidos, salí casi todos los días. Según él lo leyó en los periódicos, pero es de conocimiento público cómo ando yo en esa materia, de modo que hubo que creerle. Me arriesgué a ir a la playa; tal como me imaginaba, tuve que mirar todo de lejitos, demasiada gente. Y corrí con suerte hasta el lunes, en que visité la casa de mis tíos. Allá son unos salvajes con esta cuestión del carnaval, pero por esas cosas del destino, a mí me adoran y no me hacen nada. Hasta que mi tío se empeña en que me va a enseñar a manejar su moto. Que no, le digo. Para que no se resienta, le acepto una vuelta. Y claro, nos tenían que mojar. No mucho, y además parecía agua común y corriente.
Más tarde, una niñita se dedicó a ponerme espuma de carnaval en la espalda, y como me di cuenta que todos sus amiguitos estaban observando su desempeño, me quedé bien quieta hasta que se diera por contenta. Nos despedimos de los más cordiales. Lástima que su victoria quedara algo empañada al resbalar en el charquito que ella y sus compañeros habían creado, con el consecuente llanto.
Pero ella no es la única, ¿no? Las niñas más grandes lloran, aunque no les guste.
Antes de que nos pongamos trágicos, hagamos como Peter Pan cuando quiere volar y traigamos a la mente una idea feliz. ¿Qué hacen Al y Dael cuando se aburren? Ven videos viejísimos de technotronik para burlarse. Van a la juguetería y le hacen preguntas a un Bob Esponja que te contesta cualquier tontería cuando le aplastas la cabeza. (Dael hace constar que trató de disuadir a su compinche -el lugar estaba lleno- pero sus sugerencias fueron rechazadas, y el destino se encargó de hacer justicia.)
Al, como es muy bacán, se adelanta y le hace al muñeco una pregunta futurista sobre Dael. Bob se toma un momento para pensarlo y da la respuesta que Dael quería oír, porque además es totalmente cierta y realista -aquí danza de la victoria-.
Picada, Al le hace una pregunta sobre su propio porvenir.
Y la esponja, que es el juguete más chévere de esa tienda, la torea un rato y luego se pone a roncar.
La risa y las lágrimas están tan cerca.
En serio, cuando algo me hace mucha gracia, me río hasta llorar. Y viceversa, cuando me doy cuenta de que estoy llorando a pesar de todos mis esfuerzos por no permitírmelo o, en su defecto, no admitirlo, me empiezo a reír de mi propia estupidez.
Y, ni modo, he vuelto a las andadas, mi especialidad es la tragedia. El feriado me puso emocional muy a mi pesar. Pero algo bueno tiene que salir de todo eso. Las sociedades, así sean muy pequeñas, necesitan de un enemigo en común para permanecer unidas. Relajémonos un poco en la palabra enemigo. Pongámosle... contendiente, sí, eso suena mejor. Esta semana he sido la contendiente de un par de personas que están alejándose, y entonces quizá al final yo, la mala, sea yo, la buena.
Puede que sirva de algo. Puede que no. Y puede que la ambigüedad y vaguedad verbales sean las peores enemigas de la lógica, pero por el momento, han sido la salida más fácil. En mi descargo, era feriado.
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