Macedonia pre feriado
Todavía no es carnaval, corríjanme si me equivoco, pero el feriado es 27 y 28. Pues antes de ayer me salvé con las últimas de que me mojen un par de chiquillos con sus pistolas de agua, cuando iba a la tienda de enfrente por mi yogur de cada día (bueno, a menudo le hago al té).
Ayer me olvidé, pasé bajo el mismo balcón, y zácate.
Por eso es que no voy ni a la esquina en carnaval. Desde chiquita me he amargado si un desconocido (o conocido, también) me echa agua, pintura o alguna cosa peor. Creo que mi familia o parte de ella se va a la playa (vientos huracanados se pronostican por ese reino), y mis amigas queridas se van a la Sierra. Yo, tengo motivos para permanecer aquí. La era de la austeridad ha llegado.
Ni modo, me aburriré en la soleada/lluviosa Guayaquil, buscando una hamaca artesanal (la nueva tarea que mi madre me tiene asignada). Ya he cumplido con otros de sus encargos. Por ejemplo, buscarle un regalo al hombre que cumple años el mismo día que yo, y que siempre me envía regalos, aunque sea por adelantado (aunque sea). Me he reído de mí misma buscando un cd de Lavoe.
Hablando de eso, hasta hace poco, recibía ciertas cartitas de lectores que pedían que pusiéramos información de un grupo llamado Miranda. Yo ni por enterada. Hasta que empecé a ver este video del manicomio, y qué mate de risa. La Mafer me ha prestado su disco, y anoche, mientras lo copiaba, me di cuenta que las letras son realmente incoherentes y muy graciosas (^_^). Además, me llevé un número más de Superman y Batman (robado con el consentimiento del dueño). Y, la dichosa revista con normandos incluidos, ya impresa. El único que medio le paró bola fue mi dad, pero creo que solo estaba tratando de hacer tiempo.
La chica del nombre triste pero hermoso tenía ganas de ir a ver Memorias de una Geisha anoche; creo que quedará para luego. Porque, imperdonable de mí, olvidé por un segundo que ayer empezaban a vender El Misterio del Príncipe (la versión en castellano de Half Blood Prince), y me fui de recorrido a ver a esos fans, que me han dicho que sí existen fuera de internet. Y se los juro: sí hay. Vi varios adolescentes. Adultos jóvenes. Una abuela que entró a la librería y agarró un ejemplar con tanto disimulo como yo hice con cierto disco unos minutos antes, y desapareció antes de que pudiéramos encuestarla. Pa mí que era bruja. El padre de una adolescente que dijo que compraba el libro para los dos. Mil se reía y me decía: ¡No solo tú has estado tan loca! Reconfortante.
Nos encontramos con un amigo que creímos desaparecido, y no. El muchacho ha estado preparando su primer libro de cuentos. Y oye, solo leí tres o cuatro, pero muy buenos. ¿Me dedicaré a la propaganda? Mmm... No sé. Esperaré a que se ponga su blog. Pero mientras estaba ahí, escuchándolo hablar de su carrera, pensé. Cielos, Dael. Creo que después de todo nunca publicaremos nada.
Me preparé para recibir el shock.
Y el condenado me dejó plantada. ¡Hey! ¿Por qué no me duele? Eso es lo que yo quería, ¿verdad? ¿Qué me pasa? ¿Me estoy resignando?
No creo. Todavía me gustaría. Pero ahora, justo ahora, no es lo más importante. Supongo que eso me quita varios puntos como escritora (ya, digamos que quiero serlo). Que me regresa a la primera casilla del tablero creativo. Pero no. Aunque uno no publique, uno escribe. A eso se dedica (a pesar de que no necesariamente de eso uno viva).
Me cae de perlas que Mik esté publicando, y más si es algo bueno de leerse. No creo que haya una edad específica, ni un momento específico. Si llega, cuando llega, llega.
(Y considerando la construcción de esa última frase, el mundo puede respirar tranquilo.)
Oh. Lo mejor al final.
Ayer me olvidé, pasé bajo el mismo balcón, y zácate.
Por eso es que no voy ni a la esquina en carnaval. Desde chiquita me he amargado si un desconocido (o conocido, también) me echa agua, pintura o alguna cosa peor. Creo que mi familia o parte de ella se va a la playa (vientos huracanados se pronostican por ese reino), y mis amigas queridas se van a la Sierra. Yo, tengo motivos para permanecer aquí. La era de la austeridad ha llegado.
Ni modo, me aburriré en la soleada/lluviosa Guayaquil, buscando una hamaca artesanal (la nueva tarea que mi madre me tiene asignada). Ya he cumplido con otros de sus encargos. Por ejemplo, buscarle un regalo al hombre que cumple años el mismo día que yo, y que siempre me envía regalos, aunque sea por adelantado (aunque sea). Me he reído de mí misma buscando un cd de Lavoe.
Hablando de eso, hasta hace poco, recibía ciertas cartitas de lectores que pedían que pusiéramos información de un grupo llamado Miranda. Yo ni por enterada. Hasta que empecé a ver este video del manicomio, y qué mate de risa. La Mafer me ha prestado su disco, y anoche, mientras lo copiaba, me di cuenta que las letras son realmente incoherentes y muy graciosas (^_^). Además, me llevé un número más de Superman y Batman (robado con el consentimiento del dueño). Y, la dichosa revista con normandos incluidos, ya impresa. El único que medio le paró bola fue mi dad, pero creo que solo estaba tratando de hacer tiempo.
La chica del nombre triste pero hermoso tenía ganas de ir a ver Memorias de una Geisha anoche; creo que quedará para luego. Porque, imperdonable de mí, olvidé por un segundo que ayer empezaban a vender El Misterio del Príncipe (la versión en castellano de Half Blood Prince), y me fui de recorrido a ver a esos fans, que me han dicho que sí existen fuera de internet. Y se los juro: sí hay. Vi varios adolescentes. Adultos jóvenes. Una abuela que entró a la librería y agarró un ejemplar con tanto disimulo como yo hice con cierto disco unos minutos antes, y desapareció antes de que pudiéramos encuestarla. Pa mí que era bruja. El padre de una adolescente que dijo que compraba el libro para los dos. Mil se reía y me decía: ¡No solo tú has estado tan loca! Reconfortante.
Nos encontramos con un amigo que creímos desaparecido, y no. El muchacho ha estado preparando su primer libro de cuentos. Y oye, solo leí tres o cuatro, pero muy buenos. ¿Me dedicaré a la propaganda? Mmm... No sé. Esperaré a que se ponga su blog. Pero mientras estaba ahí, escuchándolo hablar de su carrera, pensé. Cielos, Dael. Creo que después de todo nunca publicaremos nada.
Me preparé para recibir el shock.
Y el condenado me dejó plantada. ¡Hey! ¿Por qué no me duele? Eso es lo que yo quería, ¿verdad? ¿Qué me pasa? ¿Me estoy resignando?
No creo. Todavía me gustaría. Pero ahora, justo ahora, no es lo más importante. Supongo que eso me quita varios puntos como escritora (ya, digamos que quiero serlo). Que me regresa a la primera casilla del tablero creativo. Pero no. Aunque uno no publique, uno escribe. A eso se dedica (a pesar de que no necesariamente de eso uno viva).
Me cae de perlas que Mik esté publicando, y más si es algo bueno de leerse. No creo que haya una edad específica, ni un momento específico. Si llega, cuando llega, llega.
(Y considerando la construcción de esa última frase, el mundo puede respirar tranquilo.)
Oh. Lo mejor al final.
(¿Es mi idea o pediste un cuervo?)
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