Pregunta retórica
(Se agradecen las sugerencias; se adoptará la que más convenga a los intereses de este blog. Cabe la posibilidad de declarar desierta la consulta.)
Finalmente hice caso a mis asesores y apagué el teléfono. Dormí en paz. El despertar fue otra cosa, porque me di cuenta que tenía quince minutos para arreglarme/desayunar y salir para el trabajo. O sea, llegué tarde. Tarde según el marcador de entrada. Tarde según mis compañeritos de oficina, que me esperaban media hora antes de lo acostumbrado (y yo llegué media hora después, lo que me da como resultado una hora de resentimientos).
Es que sigue la neurosis por acá, con ese asunto ese de las pruebas de las que no debería estar hablando en este blog, pero como este es mi reducto inexpugnable (recuérdenme que tendría que cambiar la clave), qué rayos. Lo digo. Niños del Ecuador, me pudre pasarme los miércoles y domingos hasta las dos de la mañana leyendo la pila de periódicos. Estaba resuelta a no amargarme por eso. Leer y ya, pero no tenía intención de ponerme a hacer cuestionarios, ni apuntes, ni nada. Si después me acuerdo del nombre de la gata de Rocío Dúrcal, bien. Si no, también.
Pero no contaba con la astucia/angustia de mis compañeros de oficina, que ayer ya se organizaron ante las medidas impuestas. ¿Sedición? ¿Sindicato? ¿Quema de llantas? No. Será que pasó la época de los rebeldes sin causa, pero el plan es que cada cual sacará resúmenes de una sección durante la semana, y los traerá a los demás. Fufura se me va a resentir, porque ayer le dije que cooperaría con los deportes y los espectáculos, pero sinceramente, lo estuve intentando y no funcionó.
1. Qué pereza.
2. Avanzo más lento con la lectura, que de paso ya está salpicada por a) el teléfono -ahora tendré que apagarlo en cuanto llegue a casa-; b) la música que pongo para dizque aislarme; c) interrupciones de mi familia.
3. Es peligroso dejarme a mí con pluma y papel a la mano. Invariablemente me pongo a divagar, y cuadno me doy cuenta, he garabateado el periódico y el contenido es ilegible.
Y por último, me dije, ¿qué haces, Dael? Es la una de la mañana, te duele la espalda, y en vez de estar haciendo algo útil, como durmiendo a pierna suelta, cortándote las uñas, o por último escribiendo ese cuento con el que se supone que estás en deuda, sigues con el periódico. ¿No te bastan las ocho a diez horas diarias que le das? No me sorprende de ti, que según las encuestas* eres tranquilita, paciente, dulce y todo lo demás. ¿Dónde están los subversivos de tus compañeros de curul, que siempre te andan animando a mandar al mundo al diablo?
Bueno, mis colegas insurgentes tienen que conservar su empleo, como yo. Después de todo, esta no es más que una profesión como cualquier otra, destinada a proporcionarnos un ingreso fijo. ¿O no?
A mí hace rato que se me perdió el idealismo. O lo dejé como la gente cruel que abandona sus gatos bien lejos para que no vuelvan. El problema es que el idealismo, cual gato viejo, se regresa solito. Y a veces me siento a soñar que lo que escribo es útil, que alguien lo leerá y le hará algún bien, o por lo menos pasará un buen rato. Ese tipo de cosas. Y empiezo a crearme la fantasía de servicio al lector, de que estamos juntos en esto, de veracidad e imparcialidad. ¿Qué imparcialidad? Yo tengo mis tendencias, y se notan. Por personalísima decisión, me rehúso a complacer las múltiples peticiones de que publique algo de rbd o Belinda. Más allá de ponerme con ideologías, es que me-caen-mal. Y punto. Van los cuentos que me gustan, va la poesía que me gusta, van los temas que me gustan. Va mi criterio. O, como dice el mismo ente, mis caprichos.
Como acá.
Ay, creo que ya perdí el hilo de lo que quería decir. Ya recuerdo, quería decir que no estoy haciendo la lectura por convicción. Es por imposición. Y odio las imposiciones. Así que lo más coherente que podría hacer en este momento, es suspender la lectura. Y animar a mis compañeros a hacerlo. Eso, claro, redundaría en que todos tendríamos que buscar patio nuevo. ¿Lo haré? ¿Lo haremos? Y si me decido, si me quito la pereza y emprendo una pequeña y estática protesta de ojos cerrados, lo más probable es que no logre nada. Entonces, ¿vale la pena intentarlo?
* Los de la encuestadora son panas ^^
|
0 me llevan la contraria:
Publicar un comentario