noviembre 05, 2004

De parentescos e individualidades. O sea, Dael ranteando de lo lindo. Favor saltarse este capítulo.

Navidad está cerca. O sea, otra Navidad. Mis perspectivas personales han mejorado: tendré la visita de unos parientes a los que no veía hace aaaños, y a diferencia de otras épocas, hasta estoy dispuesta a portarme bien y ser atenta (eso, en mi caso, se reducirá a no encerrarme en mi cuarto ni hacer planes de contingencia para escurrir el bulto). Es decir que seré niña buena y espero que me caigan mis buenas pascuas.

Aunque no las haya, porque cuando tienes hermanos menores es muy difícil esperar grandes sorpresas, disfrutaré de lo mejor de la estación. Estamos mucho más tranquilos que el año pasado, y también considerablemente mejor de lo que yo me esperaba. Nos hemos quitado un par de problemas de encima (todavía quedan chorrocientos, pero que se pongan a la cola, que es demasiado patrón para tan poco indio).

Ni dudas que será un ajetreo, y que todo el mundo paseará y fiesteará menos yo, pero con tal de que en casa estén felices y no me torturen demasiado, todo bien.

Solo me temo unas pocas cosas. Y es que la relación con mis primos que vienen fue siempre un poco conflictiva/competitiva. Sinceramente creo que podríamos habernos llevado mejor si nuestros padres hubieran puesto un poco de distancia entre nosotros, pero estábamos en la misma escuela y todo. En mi caso no fue tan traumático porque pese a que mi prima y yo teníamos casi la misma edad, yo le llevaba como dos años de diferencia en la escuela, y no nos veíamos mucho, pero en las reuniones familiares era típico que nos comparaban, a ver quién era la más lista (algo ridículo, porque ambas lo éramos, y con intereses y aptitudes completamente distintas) o la más guapa (ella, obviamente, siempre salió ganando).

Y digo que quizá pudimos tenernos más consideración de la que, en efecto, nos tuvimos, si nos hubieran dejado en paz. En el caso de Reivaj fue más grave, porque él y nuestro primo estaban en el mismo grado, y palabra que la presión era fuerte. Los dos eran niños muy pilas, y tan diferentes como el día y la noche. Y se llevaron muy pero que muy mal. De hecho, creo que la hostilidad mayor entre mi prima y yo era cuando tocaba defender a nuestros respectivos hermanos menores. Hace poco, por cierto comentario de Reivaj, me di cuenta de que él no ha olvidado por completo. Espero que eso no traiga problemas.

Y quedan los hermanos terceros, o sea Esoj y mi prima, que también iban parejos, pero como ambos eran llorones, consentidos y vagos, les tocó el postre, y siempre pudieron divertirse a sus anchas sin que nadie los pusiera en sus marcas, listos, fuera.

Yo creo que he sacado mi reflexión del asunto y no tengo ningún tipo de rencor. ¡Somos adultos y nos vemos a los siete años! No sé por qué estoy contando todo esto. Creo que necesitaba verlo todo en letra y observarlo con cabeza fría. Ni mis primos ni yo teníamos la culpa.

Uno de los derechos de los niños que no está expresado en las constituciones, es a ser tratados en su individualidad, y esa es una de las más grandes fallas del sistema educativo. Los mismos niveles, las mismas asignaturas, los mismos profes, las mismas exigencias. El uniforme. Producción en masa. Y la vida no es así.

Si tienes dos dedos de frente, te das cuenta cuando creces, y piensas con un poco de lástima en el chiquillo o chiquilla que va con el cabello pegado al cráneo, con la mochila que pesa horrores y va a la clase de gimnasia donde le gritan porque cualquiera salta o corre más que él o ella, y pasa horas mirando a otros jugar a las atrapadas porque en la escuela hay columpios, toboganes y sala de audiovisuales, pero ni un mísero estante con libros de libre acceso.

¿Cómo no quieren que, en la adolescencia, la gente empiece a mostrar a la desesperada que es un ser irrepetible, y a saltarse todas las normas paternas y colegiales con tal de conseguirse una identidad hecha a base de tatuajes, piercings, historial rosa, antimúsica (jeje, soné a viejita) y cualquier porquería que les mate las neuronas?

Inevitable que me vayan a decir una santurrona, pero como buen bicho raro la verdad es que no cometí demasiadas tonterías en esos años, a más de hacerme fan de los Beatles y seguir el bachillerato en ciencias sociales porque quería estudiar literatura (y algunos ya saben cómo acabé).

Toda mi evasión en esa época (y siempre) era encerrarme en mi cuarto a leer. Y mi madre dale con 'déjate de estar ahí recluida, comiendo letras, arruinándote más los ojos'.

Supongo que eso era lo que me diferenciaba a mí: era una aburrida que pasaba el tiempo antes de clase y el recreo en la biblioteca. Y sigo siendo una aburrida, aunque ahora ya no visite las bibliotecas (son una tortura, vieran la burocracia que las gobierna) y me dedique a merodear por las librerías (en la mayoría ya me conocen y me soportan).

Ojo, que no proclamo que todos deban ser así, ni Dios lo permita. Lo que digo es que si cada quien se descubriera desde pequeño -y con unificar los textos escolares nunca lo vamos a lograr-, ese cada quien iría a lo suyo desde temprano, sin tener que estar cambiando el rumbo a las apuradas a media carrera, si es que no les dio pereza seguir carrera y optaron por el parasitismo, o si no metieron la pata a medio camino, y terminaron asumiendo responsabilidades para las que no estaban preparados (o no asumiéndolas, que es peor), o si en fin, no llegaron a los veinte con vida o algo que se le parezca.

Qué perdida está la juventud, ¿no? A ver si acaba de encontrarse. Con razón Pippi Calzaslargas, David Copperfield, Luke Skywalker, Molly Moon y mi eterno Harry Potter son huérfanos. Y que conste que SÉ que todo niño no fabricado en tinta y papel necesita el abrigo familiar. Pero que no asfixie, por favor. Que no asfixie.

Thesaurus

Idealismo: Asunto que requiere tiempo y energía. Yo no tengo.

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  • Fragile Things, N. Gaiman