No me actualicen más

Una buena noticia para aclararme esta semana asquerosa que he tenido. Mi madre está bien, muy bien, ligeros problemas gástricos, necesita descanso, y nos dijeron que no, que sus cuerdas vocales y músculos faciales no presentan ninguna lesión de tanto uso que les da (había que aprovechar para quitarnos la duda).

De ahí, mi carpeta de fotos sigue en el limbo, ya encontré mis textos de trabajo (ohgraciasgraciasgracias), pero recordarán que hace no mucho se esfumaron todos mis archivos personales cuando actualizaron el word (todavía no lo supero, menos mal que hay copias de lo más importante en casita). Ahora estoy en líos con el diseñador porque quiere que le pase unas imágenes que no sé cómo recuperar.

No sé a qué hora marcaré salida hoy (ilusa pensando en las 18h00 para irse al musimuestras), pero lo que es mañana, duermo hasta el medio día, llame quien llame. Reivaj me tiene amenazada con ponerme a hacer abdominales (déjenme reír, quiero ver que lo intente). Y mi mamá me tiene amenazada con que la acompañe a la peluquería (horror infinito, creo que pretextaré que necesito arreglar mis cosas, eso la aplacará a más de que es muy cierto).

Me llaman al celular. Alguien que dice que es Betsy. ¿Cuál Betsy? Que por qué no me acuerdo de ella. En realidad, no sé quien es, pero se oye tan indignada que le digo perdoncito, es que no reconocía tu número. Me dice que si está Félix. Le digo que no, es que ha salido. Pregunta si ya le conseguí los teléfonos que quería. Todavía no. Que entonces me llama el lunes, pero que me acuerde que ella quiere el motorola con cámara. Puede ser, llama el lunes de todos modos. Ya, chaíto.

¿Qué quieren? Estoy aprendiendo del genio del mal en persona. El otro día lo llamó una chica a decirle: papá, voy a llegar tarde a la casa. Y él bueno, bueno, vuelva mañana si quiere, pero vuelva.

Hablando de malas influencias.