julio 29, 2005

Criatura mágica

Por no esquivar a tiempo, tuve que ir a una mañana guayaquileñísima en un preescolar. Fui medio huraña porque había tenido que madrugar, porque amanecí con fiebre y porque ni con el pelo cayéndome en la cara puedo ocultar algo que siempre he sospechado: que en realidad soy un unicornio que no se cómo acabó encerrada en el cuerpo de una humana; Hagrid no debe tardar en venir por mí ¬¬ Tengo un señor chichón que duele muchísimo, se los puedo asegurar, y ya perdí la cuenta de los analgésicos que he tomado. ¿Qué le pasa a mi metabolismo o quien sea el encargado de evitar que estas cosas pasen? No he estornudado todavía, pero creo que me dieron un batazo en la cabeza mientras dormía. Oh-oh. ¿Habrá sido alguna venganza?

A pesar de eso, y de comprobar que mi civismo anda por los suelos, me divertí. Primero, salieron unas niñas vestidas de celeste y blanco y niños de guayabera, mientras los comentaristas, a los que les ajustaron los frenillos ayer por la tarde a juzgar por cómo hablaban, decían no se qué sarta de estereotipos sobre nuestros conciudadanos *náuseas* He llegado a la conclusión que como no poseo ni gracia, ni belleza, ni gallardía, ni soy del tipo guerrero, ni nada de esas cosas, soy indigna de mi ciudadanía. Luego vinieron los amorfinos *más náuseas* que creo que los habían sacado de Mi Recinto. ¡Pusieron de fondo la música de entrada de ese sin par programa! Lo juro. No podía creérmelo (la escuelita es aniñada), pero los padres de familia se veían contentísimos; yo estaba indignada.

Después claro, los bailes típicos, vestidos de flores y pañuelitos al cuello *los compadezco* Creo que los chiquillos estaban conscientes del triste papel que tanto sus padres como sus maestras les hacían desempeñar solo para sentirse... yo qué sé qué sientan o busquen sentir exhibiendo así a las pobres criaturas, pero el caso es que los nenes no querían salir, y la música a todo volumen. Entonces dos niños del público, en ropa deportiva, salieron corriendo al centro del patio y se pusieron a bailar... puro mosh. Saltaban con tantas ganas que era para aplaudirlos, pero como siempre hay un amargado o amargada, salió una vieja, los agarró y se los llevó a última fila, después de sermonearlos con esa pericia que da la práctica constante.

Me aburría. Me acerqué a un grupo de kinder que comía gelatina de lo más alegres. Uno me rugió y me dijo que era Alex el león. Mucho Madagascar, supongo. Le dije que los leones no comen gelatina de fresa. Yo como siempre arruinando la magia. Resultó que se llamaba Antonio y tenía tres años. La maestra, muy amable, les pidió que me contaran cosas de Guayaquil. Ellos me contaron que les habían comprado unos zapatos con elástico, que les habían picado los mosquitos, que su miss no los dejaba levantar de las mesitas ni hacer escándalo.

Estuve a un tris de irme con saldo a favor, hasta que me encontré a un conocido que hizo un par de comentarios que me dejaron bien en claro por qué prefiero trabajar con la gente pequeña. Son mucho más simpáticos, sinceros e infinitamente más interesantes.

Increíble pero cierto: el ente se ha disculpado y me ha entregado la edición completa salvo dos páginas. Good omens? Puede ser, yo estaba pidiendo un milagro para poder irme de viaje esta noche, pero sospecho que sería esperar demasiado, tengo unos cuantos pendientes para el fin de semana y me late que nadie me va a querer reemplazar. ¿Alguien sabe cómo llegar a Mompiche?

Thesaurus

Idealismo: Asunto que requiere tiempo y energía. Yo no tengo.

Al momento

  • Fragile Things, N. Gaiman