julio 27, 2005

Luego del funeral

Raro todo, muy raro. La pantalla no se ve igual. La gente tampoco. Ni las calles. Ni siquiera tuve que apelar al café. Me dije que un capítulo más para irme a dormir porque la verdad estaba cansada. Pero no pude. Como diría Claudieko, ví amanecer y ha sido bonito. Solo que yo estaba demasiado triste para disfrutarlo y además sabía que iba a tener que emplear mucho maquillaje para que los ojos se vieran normales. Fallé miserablemente.

Creo que eso me convierte en masoquista. Grandioso.

Haciendo cuentas, solo he visto amanecer unas pocas veces. Durante un viaje en carro a Riobamba en el que no me pude dormir, cuando era pequeña. Cuando Al se fue y tuvimos que salir a la madrugada a despedirla (la próxima vez ni se te ocurra tomar esos vuelos mañaneros, te advierto). Y una vez que me mandaron a un viaje por el periódico, y el carro salía del cerro del Carmen a las cinco y media. El viejo (o sea mi papá, buen apodo porque aparenta menos edad de la que tiene) y yo, esperando a que los demás llegaran, salimos a mirar la ciudad desde esos banquitos que están frente a Ecuavisa. Odio madrugar, pero esa vez como que me alegré de estar allí, y de que los demás se demoraran tanto.

Por ahora creo que no serviré para gran cosa. Seré una perfecta inútil hasta que me haya desintoxicado de HBP (tengan fe, algún día), andaré por ahí cabizbaja, haré comentarios incomprensibles y más de una vez, ante el terror general, se me saldrá un "pero, ¿por qué?".

Eso sí, voy a recuperarme. Porque falta otro libro y porque reírme es indispensable. Hoy un viejito venía preguntando indicaciones para llegar a no se qué mercado. Había tomado el bus que no era. El chofer y el cobrador trataban de orientarlo, pero él nada que entendía. Hasta que dijo "yo me bajo y me voy caminando, a lo mejor encuentro una chamaca como la rubia que ví el otro día, y a lo mejor hasta me hace caso, porque la otra era muy seria". Con tanta convicción habló que los otros dos se miraron, y luego me miraron a mí, que andaba con la cara de duelo que había dictaminado para hoy, y a duras penas nos aguantamos la risa.

Es extraño reírte con desconocidos, pero también es gratificante. Te hace pensar que no estás tan loca, o al menos no eres la única. Quizá alguien por ahí también está de luto imaginario, o real, y sin embargo se rió y te reíste, y eso rajó por un ratito la burbuja con que te habías aislado. Sí, es chévere saberse solo entre la multitud. Pero de vez en cuando alguien de la multitud te mira desde su propio ego, y el tuyo vuelve a su sitio.


Datito innecesario que usted puede obviar si desea: Ya sé quién es el príncipe mestizo. Odio que me hagan esto.

Thesaurus

Idealismo: Asunto que requiere tiempo y energía. Yo no tengo.

Al momento

  • Fragile Things, N. Gaiman