agosto 23, 2005

Me estás tapando el sol

Jeje, me he acordado del cuervo quejoso insoportable de la agenda Pascualina que me regalaron hace aaaaaños. Identificación que le llaman.

Le estoy perdiendo el golpe a la depresión. Ayer, día tan triste y nublado, vi llorar a varias personas. Pensé "no, por favor", porque eso me predispone a llorar a mí también. Hace tiempo que creo que deprimirse es una cuestión de ceder o no a la corriente tristona. Me explico, llega un momento en que es tu decisión si sueltas el primer sollozo, descompones la cara y apaguen sus celulares que empezó la función, o te dedicas a otra cosa. Claro, según infantes, adolescentes y otras subespecies el llanto es efectivo para conseguir ciertas metas (yo lo utilicé durante un tiempo). Hace tiempo que me dije no, suficiente estupidez, contrólate.

Pero anoche me dije: rato ha que no me pongo bien triste. A ver, veamos qué pasa: quitemos el dique. ¿Y qué pasó? Nada. Ni una lagrimita. Pensaba que tenía razones para el chubasco. Hay un par de cosas que me molestan bastante en este momento, y se van a poner más feas conforme avance la semana, pero no causaron más estropicio que dejarme silenciosa un buen rato. Y ni tanto, porque igual por ahí conversé con alguien y hasta le dirigí la palabra al profesor calvito de los días lunes (¡Cómo que va a mandar deber! Si la próxima clase hay examen!)

Igual no quería quedarme con las ganas, así que apliqué la siguiente estrategia para dar paso a todo el potencial de miseria: no irme a dormir, quedarme trabajando y pensando en la patética existencia que llevo (violines, por favor, gracias). Pero yo, además de tristura, traía pereza, y no quise adelantar nada, me puse a escribir otras cosas que a nadie harán provecho, y a borrar unas porquerías de la princesa de Luis que alguno de mis consanguíneos cuyo nombre averiguaré hoy sin falta había dejado grabadas.

Luego, más pereza. Me acordé que tenía que madrugar. Fin de la Era Pseudo Melancólica. Comienzos de la Edad del Enojo. Y a dormir como que nada ha pasado (es que no pasó nada, ahora que me acuerdo).

Hoy se me cargaron en la clase de redacción. Conozco al profe desde la universidad. Ya entonces mostraba esa tendencia a interrumpir mis interesantísimos garabateos. Falta de consideración. Pero hoy se me iba cargando cada vez que mencionaba al segmento juvenil de lectores del periódico. O sea, es mi área, ya, pero yo obviamente no estoy incluida en ella. Que no me cueste demasiado ponerme en los zapatos de mis lectores, de acuerdo. Pero no, él tenía que recordar mis titubeantes inicios estudiantiles. Se acordó de la cobertura que le dieron a la muerte de lady Di. Preguntó dónde estábamos en ese momento. Según él yo estaba en la escuela ¬¬ le dije que ese año nos conocimos en la facultad. Ah sí, dijo. Ocho años, ¿no? Es que a veces no me acuerdo, sigue igualita. Rían mientras puedan.

Ahí creo que cayó el pedrusco que luego derivó en avalancha sobre la pobre paparazza. Se metió en una conversación a la que no estaba invitada e hizo un par de comentarios bien truchos, a lo que salió mal parada y encima puso carita de resentida. Fui muy mala, lo reconozco, pero por mí que se felicite, cualquier otra persona la hubiera mandado con viento mucho menos fresco.

A todo esto, creo que prefiero enojarme a entristecerme. No es que sea más fácil, pero en mi opinión es preferible. Peor ahora que he comprobado que mis intentos patéticos de duelo no ficticio solo redundan en darme aspecto de zombie. No ayuda el darse cuenta de que no eres el único destinatario de todas las trastadas del universo, y que no todo el mundo tiene la facilidad para el berrinche que ciertas personas que mejor no mencionamos porque se les gasta el nombre y después cómo firman los posts. Ahí nos quedamos, que toca volver a picar piedra.

Thesaurus

Idealismo: Asunto que requiere tiempo y energía. Yo no tengo.

Al momento

  • Fragile Things, N. Gaiman