agosto 24, 2005

Por unos hilos de seda

Vamos a toda prisa por la Veinticinco de Julio, como estoy entrando más temprano por lo del taller de redacción, Dad se ofrece a traerme. Casi casi estamos a puertas del hospital del IESS, donde Reivaj hace sus prácticas. Yo creía que te asignaban un solo hospital, pero resulta que te hacen rodar como por cinco, para comodidad de los profesores. Le toca saltar de Solca al Guayaquil, al Del Niño o al Luis Vernaza. Bueno, decía que íbamos llegando, y se acuerda que no trajo ni sus hilos ni sus desfibriloquesea por los que me tuvo merodeando de farmacia en farmacia anoche. Son las 7.34 y yo sé que cuando llegue al curso me dirán 'buenas noches'.

- No queda más que volver a la casa -dice Dad.

Yo pongo cara de desesperación. Reivaj pone cara de mayor angustia. Gana, porque mi estrella la encontré en una funda de Nachos, y entonces Dad sale con una de sus iluminadas ideas:

- Quédate aquí y coge cualquier bus que te lleve al trabajo, casi todos van para allá.

Suspirando porque Dad de buses sabe menos que yo, me quedo en la Veinticinco para caminar a paso rápido, luego al paso que se pueda porque el sedentarismo paga, hasta llegar al mall, y de ahí por la avenida esa que no sé cómo se llama que va a la Domingo Comín, y cuando llego son las ocho de la mañana y están haciendo ejercicios en grupo. Ya se han llevado la carpeta de la asistencia.

A mí me va a dar algo. No estoy acostumbrada a estos ajetreos tempraneros. Mi vida se complica pasado meridiano, así dice el contrato.

Una prueba de cuán bien te cae alguien es que soportes oírlo hablar de sus glorias pasadas, sin necesidad de mirar de cuando en cuando al techo. Bueno, también demuestra su calidad de narrador. El profe se contó unas cuantas buenas historias que pudo presenciar y reportar, y una de esas, que quedaba sin resolver, me dio una idea. Pasé el resto de la clase inventándome algo sin darme mucha cuenta de lo que hacía (pero sí lo estaba escuchando, palabra), cuando de repente sé que me está mirando. Me ha descubierto. Por suerte creo que está lo suficientemente decepcionado de mi poca dote periodística, y me deja pasar mientras sigue grabándonos en las cabecitas que las fuentes no son nuestras amigas y que el mundo informativo está hecho de intereses.

- Jóvenes, la desgracia de nuestra profesión es que todos quieren utilizarnos.

Entiéndalo, vive para el periodismo. La desgracia de nuestras vidas, capitán.

Thesaurus

Idealismo: Asunto que requiere tiempo y energía. Yo no tengo.

Al momento

  • Fragile Things, N. Gaiman