agosto 09, 2005

Tilín tilín tilín

Estaba yo quedándome dormida el domingo en la mañana, después de haber pasado en vela, cuando Reivaj entra y empieza a leerme el periódico en voz alta.

Se pregunta a J. K. Rowling por las vicisitudes de Harry Potter cuando ella todavía está escribiéndolas o probablemente decidiéndolas; se aspira a ver el King-Kong de Peter Jackson cuando este aún lo está preparando; se interroga a Pérez-Reverte por la muerte de Alatriste cuando el autor talvez ni siquiera ha resuelto si darle muerte o mantenerlo vivo.

-Pensé que te iba a interesar -me dice sonriendo que se le parte la cara, cuando se da cuenta que ya estoy despierta y también, aunque lo miro con no mucho cariño, interesada.

Me explica que es un artículo de Javier Marías llamado La contrariedad y las prisas. Además de los tres nombres que mi hermano sabía que serían tres campanitas en mis obsesionadas orejas, y además de la evidente irritación del autor por este asunto de la inmediatez que yo muy bien le comprendo (me afano hasta este viernes por un suplemento que no saldrá hasta ocho días después, y me parece ridículo cuando viene a alguien a insinuarme que estamos atrasados), se me quedó algo que hizo que simpatizara mucho con él: a casi nadie se le ocurre pensar que a uno pueda no apetecerle o interesarle lo que se le propone.

Ja ja.

Cómo vas a creer, cómo no vas a querer, cómo no te va a gustar. Lo he escuchado de todas partes, es una de las frases favoritas de mi padre. Seguro que quieres, ni siquiera lo has intentado. No te estoy molestando, no lo hago con mala intención. Muy bien, y qué si no quiero. Y qué si sí me estás molestando solo que no te has dado cuenta porque no estás en este pellejo. Es válido, ¿verdad? Estoy en mi derecho a no querer o a fastidiarme, ¿no?

A veces no parece. Es impensable que a uno no le gusten ciertas cosas, que no vaya a ciertos lugares, que no opine así, que no sueñe con lo de acá. Después vienen todas esas ideas sobre la diversidad. Yo me río cuando la gente empieza a hablar sobre la tolerancia y el respeto. Está bien, soy muy vaga como para empezar a hacer proclama de mis ideas, pero es que no quiero que las adopten, ni que las defiendan, ni que hagan estudio de ellas o que las comenten, siquiera. Solo que creo que uno de los problemillas entre un humano y otro es que funcionamos con diccionarios distintos. Podemos pelearnos por una palabra y resulta que ni siquiera significa lo mismo para los dos. Podemos amarnos por una palabra, e ídem. Por ahí tolerancia es una de las peores. Sabrá cada cual lo que le significa. Sería un bonito ejercicio tratar de definirla un día de estos, que no haya cerca nada que pueda convertirse en arma.

No deberían dejarme avanzar trabajo los fines de semana. Ni despertarme temprano los domingos.

Thesaurus

Idealismo: Asunto que requiere tiempo y energía. Yo no tengo.

Al momento

  • Fragile Things, N. Gaiman