septiembre 12, 2005

Orden

Aquí dentro sin tu credencial no eres nadie. Para empezar, no comes. Se marca la salida del almuerzo con la vaina esa, y la mía lleva tres días perdida. Tres días acudiendo a los sánduches de la gasolinera de casi-al-frente. Pero hoy ya es el colmo, no está en la mochila ni en la otra maletita, no está hecha pasta en los bolsillos de los pantalones recién lavados, no está debajo de la cama... desesperación.

Hoy los compañeros piden pizza. Me salvo. Pero mañana no tendré tanta suerte. Llamo al único que se compadece de mí y actúa con eficacia en estos casos (mi padre se compadece pero de ahí a saber qué hacer hay mucha distancia). Mi primo pequeño, que me dice muy calmado que sí, que ya vio mi credencial, usada como separador de página, y que cuando regrese me hace acuerdo de guardarla.

Luego me quejaré de la manía de la gente de protegerme. No, si yo me cuido solita, claro que sé dónde estoy, por supuesto que sé cómo llegar, si a mí nunca me pasa nada. (Esto último es cierto solo gracias al cielo). En este mundo armonioso y regular, estoy perdida. Me da vergüenza cuando alguien cree que las cosas que me salen bien son producto de mi mente bien organizada. Si supieran. Bueno, ustedes saben.

A mi madre no puedo engañarla. Está convencida de que mi inutilidad es crónica, y por eso de cuando en cuando pone orden en mi cosmos. Le agradezco todo menos que revuelva mis papeles. Pero por esta vez, esa última transgresión le será perdonada. Además del milagro de encontrarle lugar a los atlas monstruosos esos, ha rescatado yo no sé de dónde mi vieja cajita de tizas pastel.

Las compré solo porque me parecían adecuadas a mi torpeza motriz, ya saben, antes de eso me gustaban los crayones de cera. Ahora no sirven, parece que llegado un tiempo caducan, al menos si son baratas, pero en esa caja están los veintúnicos dibujitos ante los cuales mi autoestima no lucha por abandonar esta unidad y caerme a golpes por atentar contra el arte gráfico.

Tampoco dan ganas de mostrarlos al público, pero tienen cierto significado para mí. No es que llore al verlos, porque el bajón de esos días ya fue superado y olvidado a causa de otro bajón de distinta procedencia, pero sí son las últimas cosas que hice cuando vivíamos en la otra casa, cuando me tocó botar kilos y kilos de papel de los albores de la época republicana. Nadie en su sano juicio iba a cargar con todo eso, así me advirtió mi amada familia. Como parece que no reboso de ese tipo de salud, yo sí cargué con todo lo que pude, lo cual teniendo en cuenta mi excelente estado físico no fue gran cosa.

Me alegro de haber salvado esa caja. Andaba yo medio depre en esos días, o no me explico que haya alguien sentado en una habitación oscura, ahí todo tragicómico. La última vez que nos hicieron una de esas dinámicas en las que te dan una idea y tú tienes que dibujar lo primero que se te venga a la mente, la profesora se creyó en la necesidad de tener una conversación muy seria conmigo, algo malo le encontró a lo que yo inocentemente creí que se asemejaba a un árbol de mallorn. Obvio, no le iba a explicar lo que era, ya bastante lío me había costado inscribirme en el seminario, sin recomendaciones ni nada. Y peor le iba a decir que diera gracias, porque eso no era lo primero que se me había venido a la mente ante la frase clave, expectación ante el futuro.

Mi futuro se compone de una semana a la vez, una semana que siempre quiero planificar con cuadrícula, solo para verla fracasar miserablemente. Ahí murió el optimismo. No me hablen de meses, mi mayor ilusión es que para el próximo hayamos cambiado de galaxia. Y si me lo ponen en años me da terror. Pensar que cuando era niña me impacientaba por cumplir catorce. Culpo al sistema educativo.

Lo que yo quiero es dominar la técnica del un-día-a-la-vez. Sale esporádicamente, pero sale. Ponerme así de práctica suele requerir de una semana espantosa, material fácil de hallar. Sin embargo, con la misma rapidez vuelven los buenos propósitos, a organizarse y ser responsable. Y se cumple otro ciclo.

Hey. Un ciclo = orden.

Eso significa que... inconscientemente, algo de orden hay en mí.

Con su permiso, tengo que llamar a mi madre.

Thesaurus

Idealismo: Asunto que requiere tiempo y energía. Yo no tengo.

Al momento

  • Fragile Things, N. Gaiman