octubre 19, 2005

Varios culpables

(Advertencia: Lea los cuatro primeros párrafos sin temor. El resto, corre bajo su cuenta y riesgo.)


Apagones
De un minuto de duración los tres primeros. Estratégicamente acontecidos, durante una lección escrita. El último lo suficientemente largo como para que suspendieran la última hora de clase (después de mucha protesta, todo hay que decirlo). Cuando íbamos por la esquina, volvió la luz.

And there was much rejoicing.

El portero salió corriendo y haciendo gestos extraños, como si quisiera que volviéramos. Lástima que no le entendimos bien, y no era cuestión de desandar alegremente media cuadra, ¿no?

No me duró mucho la alegría. Creí que tendría tiempo de vegetar plácidamente en mi cama, pero Reivaj me empezó a tapizar las paredes con papel bond, ominoso signo de que había llegado la hora de hacer carteles. Voy a empezar a dejar marcas en esas mismas paredes, como los prisioneros en las mazmorras, de todas las veces que me toque hacer cuadros sinópticos, tipear historias clínicas o buscar imágenes de hígados y parásitos. En diez años espero réditos.


Acá se regó la tinta
Gracias a la lista, me entero del relajo este que hay con el Premio Planeta, después de que Juan Marsé se retirara como jurado para poder criticar a gusto, incluso a la ganadora (Es una novela con buenas intenciones, pero...). De hecho, creo que antes de eso dijo que entre las finalistas no había ninguna novela que fuera buena del todo, y que tocaba votar por la menos mala. No me queda claro si por eso tuvo que dejar el puesto, o fue iniciativa propia. Seamos honestos, o somos todos abiertos y escuchamos aunque no nos guste, o aclaremos desde el principio que nos guardamos el derecho de admisión.

Por esa misma vía encontré esto. La buena literatura no sólo está hecha de intenciones, sino de fracaso y obsesión. La buena literatura no está hecha de nombres y conveniencias de mercado. Dijo Benet que los libros deberían publicarse de forma anónima, con título y a lo sumo, un código de barras. La buena literatura está hecha de criba y texto desechado, de rumiación constante de las mismas ideas, hasta que algo puro y nuevo se destila. Está hecha de duda, de tiempo y sobre todo de mucha lectura. Mejor dicho, les doy el link.

Ni se imaginan la felicidad que me dio de ver eso del fracaso y las dudas. Hasta esperanzas le dan a una.

Ya casi en serio, ¿qué tanto afecta este asunto de los premios al oficio de escribir? Yo creo que competir es divertido... a veces. Ojo que no estoy diciendo que haya plata de por medio. Suele ser divertido imponerse un reto, compartirlo con otros, jugar. Otras veces es necesario trabajar con las letritas y pelearse con ellas (oooh). Pero la verdad a mí sí me sonaría trucho decir Este año yo le voy al Premio Toronja.

Claro que lo ideal sería que a los escritores pudieran ganarse el día con un trabajo bien hecho, como todo el mundo. Ponerle precios al asunto, ya es otra cosa. A diferencia de lo que ocurre con los deportes, entrenar para las olimpiadas con premio en metálico a un mero escritor (hablo de todos los que se sientan picados por la obsesión y esos otros bichos) le hará más daño que nada. Porque podría verse tentado a creerse artista y a exigir a que le planten una estrella frente a la puerta de su autor de cabecera.

La verdad, me divide un poco este asunto. Por un lado, me alegro cuando me entero que alguien a quien conozco se ganó un premio. Me alegro -hay sus excepciones- cuando sé que cierta novela se está vendiendo (ojalá leyendo) mucho. Pero cuando veo la bandita que me indica que tengo que leer algo porque, al parecer, se puso de moda, desisto. De algún modo, le quita el encanto al descubrimiento de un texto. Al momento en que entro en ficción y me creo que estoy abriendo una puerta irrepetible. Que hasta lo es, si nos ponemos mágicos.

Es bueno tener referentes y poder hablar con otros de tal y cual personaje (¿cierto, Clau?). Pero habiendo tanto qué leer en este mundo, caramba, que cada quien disfrute de lo que mejor le acomode y tenga a su alcance. Cuando me ponen el texto delante, cuando me dicen tienes que, y ya no soy yo la que va a buscarlo, no sé, como que me chafan el juego, y es peor cuando le hacen eso a los chicos, les arruinan el placer de leer para siempre. (Tampoco estoy diciendo que a todo el mundo tenga que gustarle).

En todo esto habrá quien me diga que la literatura tiene derecho a premiar a sus genios. Ajá. Solo que hagámoslo cuando se hayan probado en el campo de la libre lectura, y no en el jardincito del dueño de la editorial.

(Si alguien leyó hasta acá, búsquese un mochalatta, se lo ha ganado. Cualquier reclamo, a Edipa. Arrodillarse en maíz tiene efectos secundarios).

Thesaurus

Idealismo: Asunto que requiere tiempo y energía. Yo no tengo.

Al momento

  • Fragile Things, N. Gaiman