noviembre 21, 2005

Mala idea

Si no tienes talento innato para esto de congregar gente y hacerla feliz, lo que se llama carisma y simpatía, olvídate. No te esfuerces por complacer a nadie. Te saldrá peor.

Ayer, producto del aburrimiento supremo en que me encontraba, decidí ser la canalizadora de un encuentro familiar. No, no había tomado nada raro. Un jugo Sunny, pero no creo que eso...

Será que los únicos momentos de emoción que tuve, fueron pura casualidad. Reivaj había dejado la tele encendida, y estaban pasando un partido. Liga de Quito y Barcelona. Me aburre la liga local cuando no juega Emelec (o cuando Emelec no está jugando bien). Cambiémosle a esta cosa. ¿Dónde está el control? En la cancha, uno de los jugadores de blanco tiene que hacer un saque lateral, de córner, qué se yo, lo mismo me da. Pero como el chico se demora, el árbitro se calienta y le saca tarjeta roja. ¿Por demorón? Qué lata, demasiado estricto este árbitro, pensaba yo. Para mí que hubo algo más. Como en vez de dejarle oír a uno lo que dicen en la cancha, le ponen la voz en off de un par de comentaristas bastante parciales, tengo que contentarme con leerle los labios a los deportistas. Confirmado, no están recitando Shakespeare, precisamente.

Los compañeros del implicado reclaman, yo creo que en cualquier momento el árbitro paga, pero no, no cede. El fútbol amenaza con volver a su aburridora normalidad. Y en eso, zácate, otra roja para un jugador de Barcelona. Esto se puso interesante. Un botellazo le cae al expulsado. Ahí ya no me parece tan bien, pero es que encerrar a tanta gente junta, sea en una cárcel o en un estadio, no es buena idea (excepto para los que se benefician de la entrada, aunque en el primer caso quién sabe).

Un par de minutos después, por reclamón, botan a Delgado (el único al que yo le asociaba cara y apellido, para ser sincera). No sé si justo antes o después de esto, un gol (el cuarto). Según dicen los comentaristas, este chico que anotó antes jugaba en Barcelona. Me parece curioso eso de que puedas jugar para un equipo y después en contra, y hacerle goles, encima. Según mi hermano eso es porque ya no hay verdadera pasión por el fútbol y los jugadores son todos unos vendidos. Sí, he visto por ahí las cotizaciones, y me he retorcido de la envidia.

Recién me fijo en el cuadrito que indica el marcador, y comprendo que le está yendo mal a Barcelona. Y por último, echan al técnico de ese equipo, también. ¡Vaya! Yo no sabía que el campeonato nacional pudiera ser tan divertido. Estaba esperando que hubiera un poco más de acción, pero no. Como que los demás no querían que los botaran. Volvió la calma, excepto para los comentaristas, esos sí que se amargan.

Entonces, producto de la ociosidad, ociosidad que jamás debió ser porque bien que había (y hay) trabajo pendiente, esa idea maligna se infiltró en mi cabeza. No sé que me dio. Debí haber agarrado mi mochila, y salido a caminar, a comprarme un helado o a conseguir de una vez las entradas para Cáliz de Fuego. Pero no. La conciencia, que parecía haber adoptado el mejor estilo liberalista, laisser faire, laisser passer, en realidad había pasado los últimos meses recargando sus pilas, porque volvió con fuerza.


Conciencia de Dael: No seas egoísta. Pregúntale a tus hermanos si quieren ir.

Dael: ¡No! Se tomarán un siglo en decidir si quieren o no, después en vestirse, después en pelearse, después en...

C.d.D: Egocéntrica.

Dael: Está bien. Pero solo a los chicos.


Dos horas, tres peleas y una misión de rescate a niños perdidos después, Dael, su madre, su primo, sus hermanos y dos amigos se encuentran en el Riocentro del sur. Nueva discusión, que acaba en divorcio. O sea, tres entran al cine, dos se van a la zona de juegos y los que no se hablan, Dael y Reivaj, se van a caminar -a cinco metros de distancia uno del otro-. Es un milagro que lleguen vivos al malecón, y se den cuenta de que aunque este lugar se ve repleto, las calles están vacías.

Dael reconoce su derrota en el campo socio-familiar. Reivaj propone olvidar el asunto, eso sí, previniendo que los futuros chispazos filiales serán prontamente extinguidos.


Reivaj: ¿Qué te cuesta, la próxima vez, pedirme que compre una película y pasarnos la tarde tranquilos?


Touché. No vuelvo a jugar a la tribu Brady. Suertudo mi papá que se negó de plano. Suertuda yo que, después de todo, ya tengo mis entradas.

Thesaurus

Idealismo: Asunto que requiere tiempo y energía. Yo no tengo.

Al momento

  • Fragile Things, N. Gaiman