noviembre 14, 2005

Peligrosa navidad

A mi madre le volvió el espíritu navideño. El año pasado hasta regaló el árbol y no quiso poner ni una vela, nosotros tuvimos que arreglar más o menos y no hubo mucha fanfarria. Por eso me sorprendió que se desapareciera como tres días seguidos con sus amigas, y que este sábado me despertaran a las siete y media de la mañana para lidiar con los adornos. De nada sirvieron mis protestas de que es noviembre, es sábado, tengo sueño. Arriba contigo.

Los traidores de mis hermanos se habían ido a la universidad. Esos faltan o asisten a conveniencia. ¿Quién tuvo que treparse de aquí para allá a riesgo de caer con un montón de ramas artificiales encima, y romperse el pescuezo? Esa misma. Además, hubo que soportar las críticas. Te quedó torcido. Mueve eso para allá. A ver cómo queda del otro lado. No, mejor cámbialo ¬¬

A las once tenía una buena audiencia, porque los desertores habían vuelto, solo para hacer de comentaristas.

Y yo colgada de la pared, con esas guirnaldas que parecen coronas de espinas y amenazan con sacarte los ojos. Nada recomendable. Cuando llegó la hora de las lucecitas, tiré la toalla, porque eso es otro presupuesto, siempre hay una que falla, y que hacen fallar a las demás, y ponte a detectar cuál es la manzana podrida para cambiarla. Odio ese trabajo, además de que no sé a quién se le habrá ocurrido la grandiosa idea de fabricar esos focos con forma de tridente que te lastiman los dedos. Alegué total ignorancia en aparatos eléctricos y fui despachada sin contemplaciones.

Me retiré para amortiguar los ruidos de la incipiente pelea entre los expertos en decoración allí congregados. Cuando volví, todo estaba en su sitio, oscuro y en calma. Traté de probar las luces, a ver si así se reconciliaba mi ánimo festivo, pero ¡oh sorpresa!, nada encendía. Ni el interruptor. Nada. Después me enteré que habían movido tantos cables que habían dejado sin luz la mitad de la casa y sin tono el teléfono. ¿Cómo? No lo sé. Nadie quería hablar del tema. Al parecer, mi padre se habría negado a arreglar nada (hasta la mañana del domingo, para que aprendan, fueron sus palabras). Fui informada en susurros por mi inocente primo, que se ganó una retada por soplón.

De tanto entusiasmo que me rodea, mi nuevo plan navideño es: no hay planes, ni preparativos, ni nada. Que venga, y ahí hablamos.

Thesaurus

Idealismo: Asunto que requiere tiempo y energía. Yo no tengo.

Al momento

  • Fragile Things, N. Gaiman