De metiche

Hoy es la gran fiesta de la empresa, a la que nunca voy. Excepto este año. Haré, como Moody, una excepción: voy por esta vez, y me retiro. Solo que yo no le estoy haciendo ningún favor a Dumbledore, es Mil la que necesita un profesor contra las artes oscuras, es decir, quien la acolite. Ya le dije que no le veo nada raro a que vaya sola, si allá va a estar todo el mundo y ella, a diferencia de ciertas personas, sí tiene amigos. Pero mi defensa de la individualidad fue malinterpretada. Solo me falta averiguar el color de las paredes de la sala. Ya saben, para hacer camuflaje.

Hicimos una apuesta a ver si su ex va o no va; aposté a que sí, y ya estuvo que pagué el helado, porque el man está necio que no quiere. Claro que ninguno sospecha que perderé con gusto, porque mis ocultas intenciones eran asegurarme de que él no vaya a arruinarle la fiesta a la muchacha.

Lo sé, lo sé, usualmente no me meto en estas ensaladas, pero esto ha durado demasiado.

Me voy, Luis me está armando un berrinche porque quiere cambiar su foto del perfil de Blogger, y ya me tiene mareada porque al muy rata se le ocurrió usar la versión en alemán. A buen árbol se arrima.