diciembre 30, 2005

Y si...

(Previo al natural despliegue de alegría y optimismo de las próximas líneas, Feliz Año Nuevo a todos, y no se emocionen, que la fecha de caducidad del producto dice que por aquí seguiré)

Acabo de entregar la edición del próximo sábado al editor. La espera de ayer valió la pena. Por ahí un par de inconvenientes, como que el ente confundió al protagonista con el villano e hizo una portada bien nada qué ver. Pero solucionados estos pequeños detalles (y desaparecido mi jefe, todo hay que decirlo), cerramos.

Se respira un aire de irrealidad que para qué les cuento.

Y bueno, será la última vez que postee este año. Esto debe ser memorable, casi no puedo soportar la tensión. ¿De qué hablaré? ¿De mis buenos propósitos, que jamás cumplo? He pensado que, a este paso, debería incluir en la lista, bien disfrazadas, todas aquellas cosas que ni muerta querría hacer.

La verdad es que, en vez de eso, y en total falta de compás con la fecha, quería comentar apenas un cachito de Un triste ciprés. Hay algo... lo que dice Elinor Carlisle, la acusada de asesinato, que tuvo tantas ganas de matar que imaginó cómo lo haría, y luego estuvo a punto de confesarse culpable. Y lo que le responde el doctor Lord al final, algo así como que imaginarse o desear eliminar a alguien no es asesinato, y que es absurdo creer lo contrario.

De facto, no es un asesinato. Pero pensarlo, y con detalle, ya implica un problema para el creativo, en mi opinión. No, no digo que Elinor debía correr por toda la sala del juzgado gritando ¡Culpable! Pero sí que tenía que hacer terapia, mínimo, con el dato de que la pobre Mary no le había hecho daño, todo era cuestión de las circunstancias. Después de todo, no era solo una narradora recreando un escenario de asesinato para hacer una novela vendedora (hablo de conseguir lectores, no de vender libros), como la Christie, a quien un profesor llamó, para ver si captaba el interés de la clase, La mujer más asesina.

Ya sé. Habrá quien diga que mientras no lo efectúes no es asesinato. Que no, que no lo es. Pero para mí el lío sigue estando ahí encerradito, al menos hasta que no te des cuenta de la tontería que has estado pensando y lo bonito que la pasarías si, como la pobre Elinor, tu potencial víctima empieza a agonizar en sincronía con tus pensamientos.

Otra idea fue... Bueno, esta fue un poquito más perturbadora, todo nace de que Elinor pondera (y el gil de su primo la ayuda, sin saberlo) ¿y si Mary no existiera...? A partir de ahí la cabecita le empieza a dar vueltas. Y de repente el deseo se hace realidad, Mary ya no existe más. ¿Arregla eso la situación? Naranjas chinas.

Pero a diferencia de lo sentenciosa que me pongo en la idea anterior, esta de acá se me quedó, con una pequeña variación, yo creo que originada en que el 99.9% de las veces soy yo misma la fuente de mis tristezas. ¿Y si Dael no existiera? ¿Y si fuera todo como un sueño? Sí sí, también lo sé, novedosísima mi tragedia.

Por ahora, este sueño se muere de hambre porque no ha desayunado, y de repente los sánduches de la gasolinera pierden toda su fama de intoxicantes, y ya ni me acuerdo de cómo asesinaron a Mary Gerrard.

¿Y si el próximo año no existiera, ¿cambiarían en algo los planes que tengo entre hoy y mañana...?

Thesaurus

Idealismo: Asunto que requiere tiempo y energía. Yo no tengo.

Al momento

  • Fragile Things, N. Gaiman