El juego llega a su fin...

A quien sea que se le haya ocurrido la hermosa idea de hacer una segunda parte de Bambi: valió.



Cierto. Vamos por las 17 (extracurriculares).

Rafael: 11

Claudieko: 3

Soni: 2

Guillermo: 1

Ayer fue mi día de recordar que las palabras no necesariamente van a significar lo mismo para mí que para otros. Recursividad. Oasis. Criterio. Respiro.

Según parece, la auditora de calidad me estuvo buscando toda la mañana y recién me localizó en la tarde (gracias a mis lindos compañeritos que pusieron el adecuado tono de alarma). Con mi natural tranquilidad de conciencia, enseguida pensé y ahora qué hice. Todos mis pecados lingüísticos desfilaron ante mis ojitos. Ni modo. Suspiré, contesté el teléfono. Y nada, era para preguntarme por una persona a la que ambas conocemos solo que recién nos enteramos. Pero qué susto el que me pegó, a mí lo peor que me puede pasar es que me agarren de improviso para decirme que me he equivocado y que, de remate, tengan razón. Ahí es donde la ventana y el río empiezan a hacerme guiños.

Ya que no lo veo, pero Clau tiene la amabilidad de andarle mostrando mi blogcito a la mitad de su curso *saludos al chino*, va un comentario para James, quien me prestó el tomo 1 de los Cuentos Perdidos de Tolkien, tomo que estoy a punto de terminar, y puede estar tranquilo que no le ha ocurrido nada. La historia no es del todo una novedad porque ya estaba en el Silmarillion, aunque es verdad que acá sobran y faltan ciertos detalles, por ejemplo, te explican mucho mejor este asunto de la inmortalidad de los elfos, tema por el que suelo darme de golpes con Reivaj. En adelante, los golpes tendrán respaldo certificado por el autor. Apenas vea a la rata Claudieko, haré llegar el libro sano y salvo. (Pregunta inocente: entre las melodías de Ilúvatar, ¿qué papel crees que habría tenido el reggaeton? A mí me late que esa se la inventó Melko[r].)

Ora sí me voy, que ayer se me frustró una página y tengo que ver con qué la repongo. Por poco y me hacen de nuevo lo de Narnia. Pero ya esta gente de los cines está cerquita de caer de mi gracia, como dice Reivaj. De ahí a que les importe, ya es otra cosa.