Erratas

Lo dicho, estoy empezando a dudar de saber escribir bien siquiera mi nombre.

En primer lugar, para Gokú y Rafa que leyeron mi pasado post al apuro (justifiquemos mi falta de precisión), no me voy a ningún lado (todo sigue siendo ilusión). Fue una broma dirigida al ente: aprovechando la presencia de Al en la oficina, le dijimos que ella era mi reemplazo, y el muchacho -y otros cuantos- se la creyó entera.

Pero ya va llegando la hora de desmentir el asunto. Con la madurez que lo caracteriza, espero que el orquito se ría y todos en paz. O más bien me late que se avecinan los cierres más asquerosos de la historia de mi paso por este pequeño suplemento.

Ahora estoy aquí, evitando irme al hogar donde de seguro habrá uno de esos recuentros familiares emotivos. Sí, quiero ver a mi pariente, pero con más tranquilidad, luego, sin asfixiarme entre tanto familiar/conocido/colado.

Hay un silencio que ya quisiera yo todos los días para escribir limpio e inspirado. Y también hay amenaza de lluvia. Me tengo que ir.