Incomprensión

No ha venido el jefe. No hemos prendido las luces ni corrido las persianas, comemos galleta, estamos cual vampiros aquí contentos. Mis compañeros deciden que es momento para hacerme sugerencias para MM, pero obviamente, acaban acordándose de cosas como Señorita Maestra, Papá Corazón, y algo sobre Francisquito el Burro Parlante.

La misma cara puse yo. Solo me sonó Mundo de Juguete.

La propuesta de incorporar una página titulada Niños del ayer, tiene fuerte respaldo. No tengo corazón para decirles lo que creo que pasaría.

Y como estuve bajo la lámpara durante un brevísimo segundo, alguien pregunta que cómo se me ocurren las tonteras que se me ocurren cada semana. Les explico mi teoría de la desesperación y el ocio como fuentes confiables. Se me ríen, los incrédulos mortales.

Alguien se me acerca y me pone la mano en la frente.

- Con razón. Yo sabía que algo te tenía que pasar para seguir con esto. Antes pensaba que fumabas alguna cosa, pero ha sido la fiebre.


Ya ni derecho a estar enferma tengo. La calumnia me persigue. Pamplinas. En casa es lo mismo. Que no hay quién conteste el teléfono: Dael. Que cambian la programación sin avisar: Dael. Que llueve: Dael. Que alguien accidentalmente arrancó la manija de la puerta de la calle, Dael. Bueno, esa última sí fui yo, pero no tengo ni idea de cómo pasó, simplemente intenté salir, y me quedé con ese pedazo de metal en la mano. Como el único testigo es el perro, tiene prohibido ladrar. En cuanto a ustedes, no han oído nada del asunto.