Falsas esperanzas

La guerra y la destrucción llegaron al reino. El boss desenterró el hacha, y la envió directo a la trinchera del ente.

Se siente horrible presenciar esas cosas, para ser franca.

Me gustaría ayudar, pero... ¿qué puedo hacer? Tanto que se lo he dicho, que cualquier paciencia se acaba.

...

Ayer me hicieron emocionar en vano. A la paparazza le dieron nueva máquina. Una mac. Ajá, eso mismo pensé yo. Pero bueh. Estaba bastante más lejitos de mi escritorio que su ubicación actual. Así que no tardé en verle el lado amable al asunto.

Por la mañana, se trasladó con sus tereques, y todo fue felicidad. Los árboles se mecían al viento, los arbustos florecían, y el río nos alegraba a todos con su dulce canto. Hasta bailaban las iguanas, que es lo que por aquí abunda. A los pocos minutos, el armagedón.

Sucede que ella no tenía extensión asignada todavía, y le preguntó a su nuevo compañero, si podía prestarle el teléfono. Él dijo que sí. Acto seguido, la paparazza se puso de pie, tomó la extensión y el cable, y las cruzó por encima de la cabeza del muchacho, para acomodarlas en su nuevo puesto. El otro se quedó (0_o). Esos préstamos.

Pero a la media hora de no poder efectuar ni recibir llamadas, el chico se dijo que había tenido demasiado. Se armó la discusión, que duró toda la tarde. El amor flotaba en el ambiente. Cada vez que osábamos comentar esto último, el otro nos lanzaba puñales con la mirada.

Esta mañana, me tocó a mí la hora de las decepciones. A la paparazza la habían trasladado con máquina nueva y todo... a su antiguo puesto.

Crueles los hados que juegan con mis sentimientos.


...

No todo es malo en esta vida, sin embargo. En mi calidad de tía en séptimo grado, me han autorizado a presentar al conejito (tratamos de borrar a Al de la foto, sin éxito).

Pobre, tan joven y ya tan figuretti.