Quién lo hubiera dicho

Nunca tuve problemas de audición. Desde hoy, los tendré.

Qué manera de gritar siete mujeres a las que supuestamente no les gusta el fútbol. Al único hombre que se quedó en la oficina, hacia el final del partido se le escuchó dar unos gritos bastante agudos. Ósmosis que le llaman.

Un ratito pude ver lo que pasan por televisión en las horas previas al partido; ni el Mundial es pretexto para exhibir a tanta gente que no tiene nada que decir y está tan orgullosa de ello. Luego vi a la selección cantar el himno, traté de adivinar las caras de los diputados y sus colados entre los hinchas vestidos de amarillo, azul y rojo; y me regresé a mi puesto.

Lo que sí pude constatar es que no sabían nada del asunto futbolístico. Lo sé porque yo tampoco es que sea experta, pero si llego a hacer en casa uno solo de los comentarios que escuché hoy, mis hermanos no podrían soportar la vergüenza e iniciarían los trámites para quitarme el apellido. Fiel a mis principios, pondré más atención alrededor de octavos de final, cuando queden los equipos que juegan bien.

Por ahora suerte, que es un juego y eso es todo de lo que se trata. Lo demás es puramente incidental. Sí, cómo no.