Más regalos
Me han traído chocolate y nueces a ver si me calmo. A mí estos asuntos medio comerciales me estresan. Ese es mi problema, no sé vender. Soy una discapacitada mercantil. Con tal de salir rápido de esos desagradables trámites, compro lo primero que creo que me vendrá bien. Y después vienen los fiascos. Como ese reproductor que hasta radio tenía, pero no podía leer dvds piratas, y del que afortunadamente ya logré deshacerme, vía donación, que ya les dije que yo no vendo nada.
Pero dejemos eso. Ayer llegué temprano, al parecer no había nadie en casa. Tuve un extraño arranque: se me ocurrió hacerme algo de comer. No me pongan esas caras. Salió más o menos. Básicamente, era hervir algo en agua tres minutos, añadirle un polvo que venía en un sobre, y conseguir mucha más agua al darme cuenta de lo picante que estaba.
Orgullosa de mi éxito, en paz con mi cosmos, me puse a ver una serie que me regalaron. Se llama Shamanic Princess. Ya por el título, estaba resignada a ver un crossover de Sailor Moon y YuGiOh!, lo cual no era causa de entusiasmo. Pero como la persona que me lo dio es experta en estas cosas, decidí darle una oportunidad. En efecto, eran chicas de piernas larguísimas y peinados perfectos enfrentándose en duelos mágicos, acompañadas de criaturas sobrenaturales un poco entrometidas. Rayos y centellas, bienvenidos todos a la Torre de Tokyo.
Y de repente, todos entran a una pintura interdimensional, y la cosa se pone extraña. Pero que muy extraña. Especialmente cuando resulta que el cuadro no es un cuadro sino una entidad psicópata que manipula a los que entran para que se maten unos a otros. Ya me estaba dando mello esa cuestión. Me recordó un poquitín las discusiones que se arman en ciertas cbox. En especial cuando, después de unas cuantas alucinaciones, agonías y resurrecciones, los chicos, menos una, conseguían escapar de la pinturita.
Cualquier semejanza con la vida virtual...
De extras, hay dos capítulos en los que te muestran el entrenamiento que siguen las hechiceras desde pequeñas, y hay una ceremonia bien trucha en la que tienen que convocar a su criatura mágica desde otro mundo. En castellano, secuestran al primer gil que encuentran mal parqueado en algún mundo distante, y lo hechizan para que obedezca sin condiciones. A pesar de que cada vez me inquietaba más lo que veía, y que me había prometido que en cinco minutos apagaba y me iba a dormir, no pude dejarlo. Ya estaba llegando al final, cuando mi mamá entró a decirme que si no estaba enferma (se dio cuenta que anduve merodeando por la cocina) y que hasta qué hora pensaba estar viendo monos chinos.
Decidí dejar el desenlace para otra ocasión. Tiempo habrá. Estoy disfrutando bastante de mis regalos. Los que eran de leer, los dejaré para el fin de semana. Que yo sepa, me falta ver Mononoke. Y me he enterado que a más de Poirot, y Miss Marple, Agatha Christie tiene otro detective, El enigmático Mr. Quinn. Yo ni sabía. Gracias a Claudieko he salido del oscurantismo.
Ah, también me regalaron una cosa dizque para que me porte bien. Un collar con una crucecita. Habráse visto. Alguien ha desarrollado un gusto por la redundancia.
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