Planificar, para qué
No he descansado mucho, pero ha sido un fin de semana interesante. Lo único que tenía como seguro, ir al cine, no lo hice porque ya no daba más.
El viernes me colaron a un concierto de un señor que canta música de Sinatra. Con horas de anticipación empecé a fastidiar con que ojalá incluyera la canción que quería oír. Mi amiga sonreía y decía, puede ser. Yo no tenía tantas esperanzas.
A la tercera, el cantante va y dice: 'La siguiente es una de mis favoritas, y quizá nadie aquí la conozca, pero eso no importa, escúchenla'.
Cantó Fly me to the moon.
In other words... Fui feliz el resto de la noche.
Cantó 24 canciones más, y todas muy bien, incluso una versión de La chica de Ipanema en inglés. Claro que para los gringos acá en el sur todos somos la misma cosa. De ese modo me explico que de repente Tom Jobim se volviera hispano.
El sábado tocaban los típicos exámenes médicos, inyecciones y pastillas maléficas, así que debía dedicarme a descansar. Pero la Mille quería ir a ver Il Postino. Me llamó a las nueve de la mañana preguntándome si tenía el libro, porque el autor iba a estar ahí para las consabidas firmas, y nosotras leímos eso cuando estábamos en la universidad.
Dael: Mil. Acuérdate. No había suficientes libros. Tuvimos que sacarle copias. ¿Se las llevamos?
Mille: Ups.
De manera que allá fuimos sin libros. Después me di cuenta que los estaban vendiendo afuera, pero no me sirvió de nada, porque me tuve que escapar apenas terminada la función para comprar una receta y llegar a tiempo a la próxima parada: el retiro.
Llegué con las justas al lugar donde nos recogería el expreso. Reivaj había congregado a la gente fuera de la iglesia y esperábamos que los rezagados se dignaran aparecer. Hacía un sol de campeonato, así que le dije a mi hermanito, mandemos a este grupo y nosotros vamos en taxi con los que faltan.
El muy... hermano menor, dijo no, ahora mismo nos vamos, y cuando yo ya estaba sentadita en la furgoneta, me abandonó con esa bola de salvajes y él se quedó a esperar a los otros.
Qué viajecito. Recuerdo claramente haber dicho varias veces 'Dios mío, no lo vuelvo a hacer, pero haz que esto termine'. Efecto del calor y la charla sostenida a gritos adolescentes e innecesarios dentro de esa lata de sardinas.
Lo primero que veo al bajarme es a Reivaj bien fresco, que acababa de llegar en el carro de un amigo. Para matarlo. Acomodé a los angelitos lo mejor que pude, y me hice la loca hasta que encontré puesto bien lejos. Luego ya mi hermanito me trajo agua, encontramos a unos amigos, un ventilador, y fue perdonado.
Al regreso me iban a armar la misma historia de llévate tú a los chicos ¬¬. Naranjas. Prefiero regresarme en bus.
Entre otras cosas, en estos días me tocó despedida por partida doble de personas con las que por cuestiones de distancia ya no voy a poder hablar seguido. 'No me voy a olvidar'. 'No te vayas a olvidar de mí'.
Las despedidas son horrendas. Supongo que tienen algo hermoso, también, pero demasiado de definitivo para llegar a gustarme. No tengo intenciones de olvidarme de ellos, solo que esas cosas pasan, dejas de ver o hablar con alguien y la cosa se debilita, se debilita... La gente cambia y de repente ya no sabes lo que le pasa, lo que piensa, lo que quiere. Y no es que seas una ingrata (cómo van a creer), pero esa barrera que diste de baja para darle confianza a esa persona, vuelve a crecer, poco a poco, como un seto. ¿Es eso natural? ¿Es que siempre pasa?
|
0 me llevan la contraria:
Publicar un comentario