La hora de los elegidos
Me acaba de llegar un regalo atrasado. Un reloj-alarma-calculadora. Radiaaante de la emoción (sí, cómo no), volví a guardar el artefacto ese en la cajita, diciéndome que al menos me divertiría haciendo explotar las burbujitas de la envoltura de seguridad.
Estaban todas sin aire.
¿Quién puede cometer tal atrocidad? Fue a propósito. Lo sé. Y averiguaré quién lo hizo. Sufrirá.
Me sigue disgustando bastante el hecho de que en la feria la mayoría de las cosas chéveres, sean cómics, manga, figuras de acción o pósters, sean solo para mirar. Dioses, el puesto de los juguetitos está rodeado de una cinta amarilla que dice PELIGRO. Los mortales, que contengan la respiración y observen a tres metros de distancia.
Alguien necesita ayuda urgente. O de una vez que le pongan de nombre 'Convención ver y no tocar'. Para que el que va sepa a qué atenerse, y lleve sus largavistas si quiere apreciar algo. Y ni se emocione pensando que comprará la camiseta del Capitán Anguila, o la espada del Ninja Fideos, porque la única que habrá será el tesoro preciado jamás-a-la-venta del Fan Número Uno, el único digno de ser elegido para tener dicho ítem, y vivir para presumirlo.
Ayer apenas llegaba a la feria (volví), vi que el ente andaba dando vueltas. Hablando de, me temo que no le van bien las cosas. Aprovechando su ausencia, y su actitud de hermanita de la caridad, le quieren hacer la del serrucho. No es una cosa que me alegre, cuando le pasa eso a alguien, amigo o no amigo. Puede que todo sea una broma.
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