Mundo cruel

Alguien que esté cerca de Jonathan Carrera y me ayude a ponerle un buen pedazo de cinta adhesiva en la parte inferior del rostro. Una vez fue la pálida existencia, ahora no se le ocurrió otra cosa mejor que quitarle la coloración a la inocencia. Es un crimen que lo dejen hablar en público. ¿Dónde está el defensor de los derechos del espectador, o quien sea que se ocupe de que ni por chiripa yo vuelva a escuchar una de sus (perdonen el mal uso de esta palabra) metáforas?


No ayuda a mejorar mi estado de ánimo que hasta mi madre haya visto no una sino dos veces Piratas del Caribe 2, y yo todavía no pueda ir al cine.

Ni que nos tengan aquí desde hace una hora con la esperanza de que nos vamos a comer pizza, y nada.


Anoche que me iba a casa, un conductor trató de colarse en el carril de la metrovía. Yo feliz porque el vigilante lo detuvo y sacó la libreta de citación. Claro, la realidad se encargó de aplastarme contra el piso cuando la conversación pasó de un minuto, el oficial se guardó la libreta, y le hizo seña de que se parquee más adelantito pa negociar.


Igual, esperé ahí como veinte minutos hasta que otros usuarios y yo nos dimos cuenta de que a nuestro bus lo habían suspendido. La gran pregunta ahora es, ¿cómo diablos me voy a mi casa? ¿Pretenden que camine hasta la 25 de julio? ¿O que haga el trámite metroviero, y luego camine y camine para tomar otro bus?

Sí, creo que eso pretenden. Somos muchas las víctimas de la modernización. Ya un colega sureño está por ahí amenazando con organizar una marcha o encadenarse a la 40 si la sacan de circulación. Y eso no es todo, porque parece que tiene adeptos. Se creará una nueva religión. La cuarentología. ¿Vive en el sur? Inscríbase. Aún está a tiempo.