Sueño ominoso

Llevaba rato tratando de resolver algo y ayudar a alguien, como la buena amiga que soy. Y, en consecuencia, llevaba rato frustrándome. Hasta que me pregunté si no sería más samaritano retirar mis manitas del asunto, y dejar en paz a la gente.

Bien hecho, rata. Muy, pero que muy bien hecho. Es medio gacho reconocer que uno no hace falta, pero necesario, por donde se lo mire.

Pero si hasta estaba teniendo problemas para dormir. Ocurre cada cierto tiempo, en especial cuando estoy preocupada por algo. Quiero dormir, tengo sueño, pero la cabeza pone el automático y allí estamos, dándole vuelva al mismo asunto mientras mi espíritu protesta por el maltrato. Como es normal, llevaba también días bostezando hasta casi tragarme el monitor, y escribiendo por pura inercia y por el efecto que tiene que todos puedan ver lo que estás haciendo (o dejando de hacer).

Anoche no di más y me dormí apenas pude cubrirme la cabeza con la almohada. Dioses, qué sueños. Estaba de vacaciones, y eso significaría alejarme de este mundillo por un tiempo, pero no, el mundillo se había ido conmigo. La cosa tenía ambiente apocalíptico, yo tratando de huir de la gran bestia, y esta persiguiéndome para preguntarme cuándo volvíamos la oficina donde recibiría mi eterno castigo.

El horror.

La desesperación.

Las alusiones laborales.

Nunca estoy demasiado contenta de oír el despertador. Pero por hoy, me alegré de que antes de este tuviera chance de sonar, llegara un mensaje y me rescatara de esos delirios. Por ahí tengo una semana de vacaciones archivada, y será mejor que trame algo para borrarme del mapa esos días, no sea que la pesadilla se me vuelva realidad.