Y el ganador es...
No sé estar pendiente de la competencia.
Soy más feliz así. O bueno, quizá no más feliz (a veces los niveles de exigencia y las consecuentes frustraciones son peores cuando te lo tomas de forma individual, cualquier parecido con la propaganda de Marathon es pura coincidencia), pero al menos los cambios en mi entorno se dan porque yo quiero y creo que es el momento, y no porque el de allá pintó la fachada de azul.
Al mismo tiempo, está eso de que el que no se actualiza se queda, etc.
Pero prefiero, por alguna razón inexplicable, seguir intentando apilar mis bloques a partir de mí misma, de lo que quiero, de lo que creo, de lo que acierto y de lo que no, en vez de depender de lo que hagan o dejen de hacer los demás.
Reivaj dice que eso es arrogancia. No puede hablar mucho porque él es peor. Pero algo de razón puede que tenga.
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