Cuándo
Algunas malas noticias todavía puedo tomármelas sin el sentimiento aplastante de que no hay más remedio. Más hay curiosidad por lo que está pasando y va a pasar, y unas ganas no muy sanas de contarlo de la manera más graciosa posible. Es como si le estuviera sucediendo a alguien más, alguien ficticio, y yo no tuviera inconveniente en contarlo porque supiera que al final todo va a estar bien. Bien, entendido no como que el final va a ser feliz. Bien, como que la obra tiene un orden, una resolución que, amarga o no, es así y no tiene sentido cambiar.
¿Es eso fatalismo? ¿Cuándo empecé a pensar así?
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