Demasiadas coincidencias

La mayor novedad en este reino fueron un par de pesadillas, en las que una serpiente, pequeña pero de tres cabezas (una runespoor, creo) me mordía, y un individuo sin rostro (parecido al Sin Cara de Spirited Away) me perseguía. La culpa puede ser de:

a) El haber estado viendo en compañía del conejo un documental sobre cobras. Una de las escenas de mayor acción era aquella en que la serpiente esa se comía a una rata.

b) Haber recibido una amenaza de muerte por teléfono ya cuando me estaba quedando dormida (La rata debe morir). Decidí no preocuparme demasiado, pero por lo visto mi inconsciente tiene algún resentimiento escondido y tramó otra cosa.

Ahora, teniendo en cuenta que justo a la izquierda tengo a alguien con intenciones raticidas (adiós mis vacaciones), y que se anda especulando con mi transición al paraíso ratuno, no puedo dejar pasar el asunto así nomás. Mejor evito los posibles escenarios de mi deceso. No entraré a la oficina del boss. No comeré aquí. Me iré derechito a casa a la salida. Visitaré ciertos blogs con mucha cautela.

Igual puedo asfixiarme atrapada en el ascensor, irme escaleras abajo (o caer subiéndolas, mi especialidad), o ser lanzada por la ventana, pero no será por falta de previsión. Tengo varios objetos contundentes listos por si la paparazza empieza a hacerse ideas. Unas cuantas pastillas por si me indigesto. Y bastante que hacer cuando llegue a mi ratonera: después de la hora que debo dedicar a hacer la tarea, he de ponerme al día con los periódicos. Ayer encontré excusas por todos lados y no leí. Hay que expiar eso.

Lo más probable es que me muera de aburrimiento.

O, que me estén aniquilando lentamente, sin yo darme cuenta. Recién caigo que el viernes, hubo mucha comida, y pesada. El sábado, igual. Esa misma noche, Dael moribunda. Y el domingo, en vez de salirme con alguna sopita para enfermos, madre decide que invitará gente y se esmerará cocinando 0__0.


El señor de mantenimiento está limpiando los teléfonos. Utiliza una sustancia que huele fuerte y que me adormila. Me mira y sonríe amablemente.

Empiezo a temer. Las ratas no tenemos nueve vidas.