Efectos secundarios

Antes, aviso importante:

(todo es relativo, en este universo)

Hay todos los indicios de que se prepara una segunda publicación de los puemitas del Méndez. ¿Lo logrará? ¿No lo logrará? Hagan sus apuestas. Eso sí, vayan este jueves 28 a la Casa de la Cultura. Si no hay presentación, hay linchamiento, o hay quema de año viejo, pero de que habrá espectáculo, habrá. Dicen que es a las 19.00. También decían tantas cosas de la forma de la Tierra...

Ahora sí, a lo que íbamos.

El cochino interés, es la frase que más he escuchado esta pasada semana. Y sí, el cochino interés ha dado como fruto este post.

Verán, yo no había pensado en hacer listas de las cosas que quería decidir, lejos de mí materialismo alguno. Pero una noche en que estaba yo entretenida en mirar al tumbado, Namida me comentó que estaba armando la suya, y que a qué esperaba para imitarla. Pensé que no sería peligroso hacer el experimento, total no corría el riesgo de que una multitud ansiosa se lanzara a las calles a conseguir regalos con los cuales abrumarme en navidad.

Y no, no hubo muchedumbre. Pero eso sí, los pocos, fueron escogidos.

La primera conclusión del experimento es que hacer listas es un arma de doble filo. Mi botín navideño resultó un poco caótico. Creo que los mejores regalos fueron justo los que no se me ocurrió pedir o vetar por escrito.

El anime, como siempre, salvó la situación.

En resumen, hubo empate. Hubo cosas que esperaba, y otras que hubiera preferido que no. Me he dado cuenta de que sigue ganando el factor sorpresa: el próximo año me ahorraré el trabajo de andar enumerando potenciales obsequios y apelaré a la creatividad de aquellos que me aman o, en su defecto, les cayó la gracia de tener que jugar al amigo secreto avèc moi.

Además, hay otra razón para mejor no hacer esas listitas. Conejo. La pobre se esmeró tanto, que el día que llegó a visitarme, juraba que todo saldría bien. Yo, por mi parte, he dejado de pedir tal cosa. Excepción sea hecha de casos como, digamos, alguna intervención quirúrgica, o el desenlace de alguna pelea entre amigos, estoy aprendiendo que el asunto se vuelve más interesante si te permites reír ante todo lo que va saliendo mal. Algo así como la ley de Murphy pero en castellano. A propósito, cómo me divertí con el quinteto de viento que armó Javier el otro día, mi hermanito tendría que aprender a ser más paciente…

Me desvío. Decía que Conejo llevó emocionadísima con su regalo: un hermanito para mi dragona. Lo que siguió se puede resumir como:

1. Que todos sepan que es un dragón guerrero, con armadura y todo. Groar.

2. Caution: choking hazard.

3. ¡El gran momento! Tres puntos al que adivine qué no cuadra en la foto. Pista: no solo les sucede a los pollos del KFC. A este punto ya estaba llorando de risa.

4. Conejo Spears. Oops, I did it again. Se plantea demanda a una famosa cadena de jugueterías Pausa comercial. Se vende saco de ClNa. (Conejo estará a cargo de la secuela, en la que se va de golpes con los del almacén.)


Dos extras:

5. Conejo y su regalo.

6. Conejo y un par de panas que cayeron de colados.